Conaf lanzó un plan de rehabilitación de bosques. Medio Ambiente pide que se utilicen especies de bajo requerimiento hídrico, para asegurar la sustentabilidad de los espacios forestados.
Cualquier persona que evoque la Región de Los Ríos pensaría en Valdivia y en la constante lluvia que caracteriza esa zona. Por eso, cuesta creer que incluso la región con mayores precipitaciones del país también esté afectada por la sequía, en un nivel moderado.
La escasez hídrica hoy afecta al 72% del territorio nacional, estimado en 55 millones de hectáreas, según un estudio elaborado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf), dentro de su estrategia nacional de cambio climático y recursos vegetacionales.
Según el análisis, la sequía afecta a 16 millones de chilenos (90% del país) y se hace más crítica en las regiones de Coquimbo (3,9 millones de hectáreas afectadas) y Atacama (1,8 millones). Incluso, se observan niveles importantes de sequía en Biobío, La Araucanía y Magallanes.
Un fenómeno relacionado es la desertificación. De acuerdo con la investigación de Conaf, el 21,7% de Chile (16,3 millones de hectáreas) manifiesta este problema en algún grado, lo que afecta a 6,8 millones de habitantes (37,9% de la población). También Coquimbo es la región más afectada por este problema, con 2,2 millones de hectáreas completamente secas.
Un tercer efecto del cambio climático es la degradación de tierras, que abarca un 79,1% del país (59 millones de hectáreas).
“Estos tres efectos son graves, pero desde una visión de las personas en el territorio, la sequía es la que más preocupa, porque ha generado una importante migración de zonas rurales, de una población que no logra realizar sus actividades silvoagropecuarias. Hay una pérdida importante de la productividad del suelo”, señala Ángelo Sartori, jefe del departamento de cambio climático y servicios ambientales de Conaf.
Según los diagnósticos oficiales, la situación irá volviéndose más crítica en el corto plazo, especialmente en la zona con mayor densidad poblacional: el centro, comprendido entre Coquimbo y Biobío.
“Ahí, en la zona mediterránea del país, es donde se volverá más evidente el problema, según los patrones de las precipitaciones de los últimos 10 años. El panel de expertos de cambio climático muestra que es la zona de mayor riesgo y es ahí donde hay que concentrar acciones”, advierte Alejandra Figueroa, jefa de la división Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente.
Con el propósito de frenar el avance de la sequía, Conaf expuso su estrategia nacional de cambio climático y recursos vegetacionales, que establece medidas para mitigar o contrarrestar la pérdida de áreas forestadas por el cambio de régimen de lluvias, causado por el calentamiento global (en general, precipitaciones menos frecuentes y más concentradas).
“Buscamos a futuro un cambio de paradigma al revegetar, con formaciones vegetacionales que van más allá de árboles. Pueden ser arbustos o llaretas, en el norte. También se contempla restaurar áreas degradadas mediante cercos, recuperación de zonas dañadas, plantaciones suplementarias, para agregar especies originales, y así llegar de forma fidedigna al ecosistema, para que esté mejor preparado para recibir la baja de precipitaciones”, añade Sartori.
En este plan buscará participar el Ministerio de Medio Ambiente, mediante los Fondos para el Medio Ambiente Mundial (GEF). Alejandra Figueroa dice que el problema debe ser abordado en forma sinérgica. “La reforestación si no atiende requerimientos de agua es poco exitosa. Colaboramos para que la aplicación de instrumentos del Ministerio de Agricultura, como el fomento al manejo del suelo, la forestación, los drenajes para cultivos, sean usados de manera inteligente. Necesitamos cambiar la estrategia de uso del suelo para que las actividades no sean adversas, que sean evaluadas con indicadores de seguimiento”, propone la especialista.
Bosques contra el cambio climático
Una estrategia de 26 propuestas por US$ 433 millones presentó esta semana la Conaf para incrementar las superficies forestadas en el país y de esa forma asegurar el secuestro de carbono.
De esos recursos, el 16% son incondicionales, es decir, están asegurados en los presupuestos de diversas instituciones involucradas con el plan. El restante 84% corresponde a costos condicionados a la disponibilidad de financiamiento desde distintas fuentes, tanto nacionales como internacionales, a las que Chile debería postular. Para ello, ya se iniciaron gestiones.
El plan contempla 140 mil hectáreas de forestación con un acento en especies nativas, la restauración de 30 mil hectáreas y 16 mil hectáreas de manejo de bosque para la producción de leña seca.
Adicionalmente, el Ministerio del Medio Ambiente comprometió 100 mil hectáreas de bosque para captar y reducir 600 mil toneladas anuales al 2030.
Paralelamente, la estrategia busca incluir el cambio climático en la nueva Ley de Fomento Forestal, programas de restauración de ecosistemas afectados por incendios forestales y planes de silvicultura preventiva para reducir el daño potencial del fuego. Por otra parte, se incluyen planes para amortiguar la actividad ganadera en los suelos.
Fuente: El Mercurio