Juan Pablo Orrego, presidente de Ecosistemas galardonado con el “Premio Nobel Alternativo” en 1987 se refiere al creciente apremio que enfrentan los dirigentes socio-ambientales en países de Latinoamérica.
“La familia Goldman está en absoluto shock. Afortunadamente el repudio al asesinato de Berta Cáceres, coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), ha sido apabullante, no hay duda que el nuevo poder social se consolida a través de redes”, dice el representante de la ONG Ecosistemas, involucrado por años en la defensa de ríos y comunidades en conflicto por proyectos hidroeléctricos en Chile.
¿Cómo definirías a Berta Cáceres?
J.P.O.: Mujer joven, de solo 43 años, con una claridad y cultura extraordinaria. Una dirigente social de base, indígena hondureña, con una preparación potente, y una trayectoria internacional incuestionable. El discurso de Berta se hizo cada vez más efectivo políticamente, así es como a través de su liderazgo y el apoyo de redes socio-ambientales internacionales, lograron entrabar la controvertido represa Agua Zarca -de la empresa DESA (Desarrollos Energéticos S.A) dentro del territorio de la comunidad Lenca de Río Blanco- posteriormente también lograron que se retiren empresarios chinos de esta inversión, todo con absoluto pacifismo por visión y doctrina.
Justamente es el fabuloso poder de su vocería el que tratan de acallar con su asesinato. Si hacemos un paralelo en nuestro país, podemos compararlo con el liderazgo de Orlando Letelier y Víctor Jara, quienes fueron silenciados en su momento, porque amenazaban el autoritarismo con sus argumentos, carisma y personalidad, sentencia el presidente de Ecosistemas.
A una semana del asesinato de Cáceres, se sabe que intentan manipular los hechos, la investigación y enlodar la memoria de Berta, sin embargo con la información que ha circulado su muerte no va a quedar impune. El crimen evidencia la situación de inseguridad de los dirigentes sociales en Honduras y que lamentablemente se extiende a otros países de Latinoamérica. Afortunadamente y en virtud de hechos lamentables como éste, la inseguridad está siendo cada vez más evidente, provocando reacciones a nivel mundial. Ahora se sabe que nada más que en Honduras recientemente han asesinado a otros cuatro líderes sociales por defender sus territorios amenazados por centrales hidroeléctricas.
Nos contabas de otro líder en peligro ¿quién?
J.P.O: Si, Gustavo Castro, sociólogo mexicano y que ha cuestionado el extractivismo y particularmente la minería en LA. Lo considero un amigo, colega, admirable y respetable en la defensa de territorios, un hombre lúcido y persistente, comprometido que se encontraba con Berta para desarrollar un taller sobre las energías renovables, lo que nos hace sentir muy cercanos por el trabajo que desarrollamos en Chile, desde Ecosistemas y la campaña Patagonia Sin Represas. Nos oponemos a monstruos destructivos, pero a la vez proponemos formas distintas, realistas, de enfrentar el desarrollo, pero en a veces en estas luchas no se piensa en los riesgos. Así, hoy tenemos una colega asesinada brutalmente y otro compañero en inminente peligro, luego del intento de homicidio en su contra.
¿Qué entidades han apoyado la seguridad de Castro?
Entiendo que las embajadas de México, Costa Rica, principalmente, también de EEUU, están siguiendo el caso y abogando por sus derechos, pero su vida sigue en peligro. Naciones Unidas y CEPAL han salido a defender la seguridad de Gustavo, quien a través de una carta pública ha destacado la labor hormiga de los colegas de COPINH, que lo acompañan en cada minuto en su retención en Honduras.
¿Cuál es el fondo del crimen?
Pareciera que estamos en una regresión social, con una embestida brutal contra dirigentes sociales que defienden su vida, su tierra, sus ríos y culturas que dependen de ello. Vemos que el poder de las trasnacionales sobrepasa a los gobiernos, se transforma en una guerra de las corporaciones contra la sociedad civil que defiende su territorio. Esta es la gran denuncia que debemos hacer, el entramado de gobiernos, corporaciones y agencias financieras que amenazan a la sociedad civil… es una locura. Es horroroso lo que está ocurriendo en este sentido, en Brasil, Perú, Honduras y cada vez más común. Hay que decir basta y actuar!