Escribo mientras ando de viaje y me doy cuenta además que el tema al que me voy a referir da para mucho más; por lo tanto estas letras no pretenden ser más que una aproximación para abrir debate y un incentivo a vuestro propio pensamiento.
En estos días, nuevamente, nos hemos encontrado con que muchos de los argumentos que se expresan habitualmente, prácticamente como dogmas de nuestra sociedad y hasta algunas teorías científicamente demostradas, no pasan de ser meras hipótesis, modelos y peor aún, mitos y falacias con que se construyen paradigmas en que se basan, apoyan y sostienen intereses creados. O sea, que muchísimas veces las “verdades” que se nos transmiten y que sostienen a veces a toda una industria y sociedad, cuando se les hace “la prueba de la blancura”, se revisa las fuentes y datos en que se basan, se vienen abajo. Si eso pasa con teorías científicas, imagínense como es cuando la base consiste en estudios, estadísticas o argumentos hechos y levantados por partes interesadas cuyo único fin es el marketing de su producto o proyecto o mantenerse en el poder. Por lo tanto, cuando desde el poder y esas partes interesadas nos vienen con alguna de esas “verdades”, cuando nos están tratando de “pasar la mula”, mas vale usar nuestros propios sentidos, cerebro y raciocinio y evitar la comodidad de las prefabricaciones intencionadas.
Ejemplos abundan, empezando por algunos a los que ya nos hemos referido, como eso de los “honorables”, los estudios de evaluación ambiental, los “patriotas”, “el progreso y desarrollo”, el dogma de la inversión extranjera, el modelo económico y tantos más. Esta realidad por cierto no deja de tener algo que ver con el “país chanta” en el que nos encontramos y la desconfianza generalizada. Conversando con conocido en estos días, nos acordábamos de los dogmas de la industria forestal, como eso que “los pinos exóticos son mejores que el bosque nativo”, a tanto que alguna vez unos profesionales del tema intentaron convencernos de que esos pinos eran lo único que crecía en el suelo degradado de Aisén, lo cual es muy fácil descubrir que no pasa de ser una mentira.
Hace unos días nos encontramos nuevamente con una muestra tangible de la construcción de estas mitologías y paradigmas falaces, en este caso el de la “gran industria” energética coludida con el ministerio del ramo. Los mismos de la “crisis energética”, de la” necesidad de los megaproyectos por el interés nacional” y el “proyecto país” y que después descubrimos que la demanda es de las mineras transnacionales y nos salen con que ahora somos país exportador de energía. Así es como en la última sesión de la Comisión para la Política Energética de Aysén nos topamos con la mas reciente demostración de este tipo de construcción artificiosa y también de un sorprendente e importante ejemplo de des-mistificación.
En esa sesión, entre los temas tratados, los expertos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, expusieron el interesante estudio de “ Línea Base para la construcción de una Política Energética para la Región de Aysén” y entre el cúmulo de información que dieron a conocer y que da como para analizarla con calma y por un buen rato, nos sorprendieron al mostrar un cuadro sobre precios de generación eléctrica en el cual se apreciaba que había un buen número de centrales pequeñas y medianas con precios iguales y por debajo de aquellas grandes o mega. Asombro no menor, porque hasta nosotros mismos solemos caer en repetir esa falacia de que los megaproyectos eléctricos por economías de escala generan más barato. Eso sin considerar los costos ambientales y sociales. Claro que lo más insólito fue cuando a renglón seguido expuso en esa sesión la consultora ambiental POCH (si, los mismos que le hacen trabajos a HidroAysén), el estudio encomendado por el ministerio: “Evaluación Socioambiental de la Matriz Energética Potencial de la Región de Aysén”. Y lo más increíble fue que otra vez nos vinieron con eso de que una de las virtudes de los grandes o mega-proyectos eléctricos era que generaban mas barato, cuando recién nos habían demostrado que no era así. Bueno, eso a lo mejor podría tomarse como que el mito es tan aceptado que hasta ellos cayeron en él, pero lo peor fue que el resultado final de su estudio era un modelo de generalización simplificada de que “las microredes y centrales pequeñas tienen menores impactos ambientales, pero también menores efectos positivos en el desarrollo local y en la estabilidad del sistema, versus las grandes”, donde según ellos “ocurre lo contrario”. La verdad es que no cuesta mucho demostrar que ese resultado, que aparentemente es del gusto del ministerio, es bastante absurdo y una construcción artificial. Es cosa de contraponer la realidad del “desarrollo local” del Alto Biobío y hasta su tarifa eléctrica y el riesgo que implica para la estabilidad de un sistema su dependencia centralizada. Es cosa de ver que les paso en Ucrania hace poco o la que queda cuando “cae” una de las grandes centrales del SIC como Nehuenco o falla una subestación en la zona del Biobío, como ha ocurrido ya en varias oportunidades. Por lo demás, la estabilidad por la diversidad es una ley ecológica, bastante más seria que los supuestos mitológicos de la gran empresa eléctrica y sus acólitos. Por desgracia, estas leyes básicas parecen ser poco conocidas y habitualmente ninguneadas hasta por algunos profesionales que al parecer prefieren la lucrosa artificialidad.
Fuente: El Dividadero