El cambio climático representará para la zona central de Chile una disminución de 20% de las precipitaciones y un aumento de temperatura entre dos y cuatro grados. Esto significa que de aquí a 50 años Santiago tendrá el clima que hoy tiene La Serena, y el territorio habrá sufrido un proceso de desertificación progresivo. El calentamiento implicará que los embalses de agua congelada aceleren su derretimiento y nos quedaremos sin reservas de agua dulce.
Chile no ha hecho nada para adaptarse. La gestión de recursos hídricos sigue priorizando actividades competitivas y estamos dejando las tierras sin ríos, sin vegetación y sin gente.
La presión sobre los recursos hídricos tiene como víctimas a las comunidades que pierden sus recursos porque se sobrexplota el agua de las napas subterráneas. Estas no se recuperan, lo que ha ido generando un proceso de degradación de las cuencas y la imposibilidad de las economías locales de adaptarse. Avant premiere de lo que viene con el cambio climático es la actual sequía. Chile ha debido recurrir a camiones aljibe en 13 de las 15 regiones, lo cual implica un grave riesgo, pues es como vivir en una emergencia permanente.
En el norte se ha agudizado el proceso de migración de población rural a centros urbanos, pues cuando existe restricción de agua aumentan los riesgos a la salud, la inseguridad alimentaria y social. La gente se acumula en los centros urbanos para tener acceso al agua.
En este preocupante contexto, se realizará en septiembre el VI Encuentro Latinoamericano de Gestión Comunitaria del Agua que reunirá a organizaciones de 15 países que esperan dar visibilidad a esta problemática y a la ausencia de planes de adaptación.
Fuente: La Tercera