La Dirección General de Aguas tomó la decisión al considerar que los niveles del Embalse Los Aromos ya no son suficientes para asegurar el abastecimiento del Gran Valparaíso.
La agudización de la sequía tiene enfrentados a la Dirección General de Aguas (DGA) con los regantes del Río Aconcagua.
La autoridad decidió intervenir la cuenca, ordenando a las Juntas de Vigilancia de tres de las cuatro secciones que realicen una redistribución del recurso para priorizar el llenado del Embalse Los Aromos de Valparaíso, el cual está destinado al consumo humano.
La determinación implicó que las secciones primera y segunda se sumarán al tercer tramo que se encuentra intervenido desde agosto, con lo cual se concretó la mayor actuación del organismo en esa cuenca desde 1996, período en el que se realizó en la totalidad de ese río.
Durante este año, el embalse Los Aromos había logrado tener una mayor acumulación de agua que años anteriores gracias a un acuerdo suscrito con las juntas de vigilancia de la primera y segunda sección, que estipulaba que cada una cerraba sus compuertas durante 36 horas para potenciar el acopio.
Sin embargo, el 1 de octubre pasado el nivel de acumulación del recurso se ubicó en 16,3 millones de metros cúbicos, por debajo del volumen de 18,3 millones m3 que la autoridad considera necesario para enfrentar la demanda de consumo humano en el Gran Valparaíso en esta fecha del año.
Ante esta situación, la DGA asegura que buscó alcanzar un consenso con las Juntas de Vigilancia para lograr una mayor entrega de agua, pero puntualizó que ese objetivo “no fue posible”.
Dado que la zona se encuentra bajo decreto de escasez hídrica, la autoridad puede ejercer la redistribución de las aguas y suspender las atribuciones de las juntas de vigilancia, como también los seccionamientos de las corrientes naturales que estén comprendidas de ser necesario.
Preocupación en el agro
La acción de la autoridad no fue bien recibida por los representantes de las juntas de vigilancia. El vicepresidente de la primera sección, Fernando Iacobelli, señaló que “se nos notificó ayer de la intervención, y esto nos mata, porque sin agua no hay agricultura”.
Relata que el plan consistía en que los regantes de la parte más alta de la cuenca dejaban pasar agua los fines de semana y con eso “unido a una mejora que hubo en la planta de tratamiento de aguas de Concón -realizada por Esval-, se podía recargar el embalse”.
Sin embargo, asegura que “la DGA no hizo su trabajo en toda la temporada, nunca fiscalizó y muy poca de esa agua llegó a su destino final”. En su crítica a la actuación de la autoridad, Iacobelli señala que “el tiempo siguió avanzando y la DGA, de una manera arbitraria pero con un descriterio gigantesco, impuso una intervención en la cuenca del río Aconcagua para regar este embalse y secando a todos” señala.
La Junta de Vigilancia estima que al tener menos disponibilidad de agua se podrían ver afectados un total de 25 canales que reparten a una superficie de 26.000 hectáreas. Desde la instancia, explican que al redistribuir agua de la primera sección “la mayor parte del agua se infiltra llenando las napas y acuíferos en la segunda y tercera sección, beneficiando mayormente a los monocultivos en ladera, lo que demuestra inequidad hacia el Valle de Aconcagua”. Al respecto, aseguran que los beneficiarios de aguas subterráneas “son principalmente usuarios con mayores recursos económicos, en contraste de los perjudicados en el Valle del Aconcagua que en un 60% son agricultores pequeños”.
El presidente de la Federación de Productores de Fruta, Jorge Valenzuela, plantea que el nuevo escenario perjudica a los agricultores, debido a que “ ya han entregado agua para ese embalse y todavía han habido ineficiencias en la supervisión y control de ese proceso por parte del MOP”. Recalca que “hoy, en estricto rigor, no hay agua de canal para regar los cultivos”.
Explican que la dependencia en Los Aromos para abastecer el consumo humano ha agravado el cuadro, ya que años anteriores contaban con el aporte del embalse Peñuelas, que ahora alcanza un déficit de 97,4%. A esto se suma el déficit de nieve, que alcanza un 60%, y de precipitaciones que llega a un 70%, por lo que las napas y los pozos ven afectados sus rendimientos.
Fuente: Diario Financiero