Encuesta de la U. Alberto Hurtado analizó los efectos sociales y culturales del cambio climático, mostrando un deterioro en la percepción ciudadana sobre el estado del medioambiente.
Una Encuesta realizada por la Universidad Alberto Hurtado y la consultora Ekhos, abordó y analizó los efectos sociales, ciudadanos y culturales del Cambio Climático, en el contexto de la cumbre mundial COP25 que se desarrolla en Madrid, considerando además el estallido social que vive nuestro país hace casi dos meses.
La investigación recogió en terreno (cara a cara) la percepción ciudadana, de Arica a Punta Arenas, en pleno periodo de crisis y movilización, entregando un aporte en el contexto de estallido social: el cambio climático es parte de las demandas ciudadanas y profundiza la comprensión de las inquietudes de la ciudadanía relacionando ambos temas.
Paula Barros, vicerrectora de Investigación y postgrados de la U. Alberto Hurtado, señala que se trata de la primera encuesta nacional de percepción realizada post 18 de octubre. “No encuestamos mientras duró el período de excepción, pero una vez levantado, salimos rápidamente a terreno con nuestras preguntas, que tenían un fuerte foco en la crisis medioambiental, pero que recogieron también una evaluación abierta sobre el estado actual de Chile y sus perspectivas futuras”, dice.
Esta encuesta refleja el alto interés de las personas por participar de la discusión pública, aportar sus puntos de vista y dar a conocer su forma de vivir y procesar los temas sociales, políticos y económicos que han emergido en la agenda pública. A su vez, sitúa con cierta perspectiva los temas asociados al Cambio Climático y a la crisis medioambiental, observando y analizando zonas de sacrificio, zonas de escasez hídrica y sensibilidad de la ciudadanía con el medioambiente.
Entre los principales hallazgos, Barros destaca que la crisis climática es también social. “En el contexto de crisis social, el cambio climático es un tema de preocupación transversal que interpela a todos. La ciudadanía está informada de manera amplia y en profundidad sobre el tema, y la preocupación al respecto es bastante generalizada. Se trata de una crisis que está en sintonía con lo que ocurre “en la calle”, con las preocupaciones y demandas de la ciudadanía, la que justamente tiene un rol clave en lo que se haga a futuro en materia medioambiental”.
Cambio climático y agenda social
Uno de los elementos más interesantes que aparecen en el estudio es la conceptualización de mención espontánea que se pregunta palabra “progreso”, tras haber hablado de él en retrospectiva y hacia el futuro. Lo primero, es que las y los chilenos -en su gran mayoría- traducen el progreso como un avance. Sin embargo, dicho avance es etiquetado o calificado en forma diferente al clásico concepto de crecimiento económico, que se ubica en el tercer lugar de las menciones, con 24,9%. Emergen con fuerza por ejemplo, un 35,6%, aquellas respuestas que entienden el progreso como algo fundamentalmente social. Y, en segundo lugar, con un 25,1% aquellas respuestas que enfocan el progreso haciendo referencias más centradas en el avance personal.
“Vivimos una suerte de momento bisagra, hay un cierto optimismo al plantearse que las cosas pueden ser mejores en el ámbito personal y también para el país. La amplia disponibilidad para cambiar conductas, la perspectiva de un incremento de la conciencia medioambiental a futuro y la mirada positiva en torno a las oportunidades que entrega la educación medioambiental, son pequeñas luces de este optimismo moderado. Igualmente hay un grupo que mira con bastante desesperanza el futuro, respecto del país en general y también específicamente en relación a la crisis climática”, añade Barros.
Otro de los aspectos del estudio es el ajuste en la agenda pública, tanto por el cambio en la percepción de los principales problemas del país, como en la focalización de las prioridades que las personas esperan de la acción del Gobierno. La delincuencia, por ejemplo, retrocede como prioridad. En contra partida, se instala el tema de la desigualdad y la pobreza con un 54, 1%, así como la política como un problema – 14% – expresada en la Constitución y el Gobierno.
Situado el estudio y contextualizadas las respuestas, se puede afirmar que en Chile existe una opinión pública sobre los temas de Cambio Climático y crisis medioambiental. Se interpretó y midió un amplio conocimiento existente en las chilenas y chilenos sobre el Cambio Climático. Un 43,4% de los encuestados, por ejemplo, asocia el calentamiento global como un problema, mientras que un 32,8% piensa que la contaminación y la generación de residuos también son parte del conflicto. Así mismo, mayoría de los y las entrevistadas no tiene dudas en calificar este fenómeno como “real”, por la tangibilidad de las consecuencias a nivel mundial, nacional y local.
“Para las personas el progreso está asociado a dimensiones sociales y a avances en el ámbito personal. Entienden por progreso como calidad de vida más integral, no sólo mayor ingreso. Los resultados de la encuesta también sugieren que hoy existe una demanda por una mirada más social (integradora) del cambio que requerimos”, establece la académica de la Universidad Alberto Hurtado.
También las personas entrevistadas establecen valoraciones con un sesgo moderado al optimismo; asumiendo que el Cambio Climático puede ser abordado o solucionado, pese a su gravedad y urgencia temporal.
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Otro nudo problemático es la percepción que las principales industrias del país -como motores de la economía exportadora – son los que impactan más negativamente en el Cambio Climático. Los sectores Minería, Forestal, Agroalimentaria, todos sectores intensivos en uso del agua, reciben más menciones en tanto impacto del Cambio Climático para Chile. Y eso se suma a que las personas, respecto a la problemática ambiental, señalan (un 84,1%) que la disponibilidad de agua en Chile es “peor” que hace 10 años y, también, un 68,7% opina que la desertificación es “peor”.
Frente al cambio climático, la emocionalidad también está presente. “Hay una emocionalidad pesimista y negativa asociada al cambio climático: genera rabia, temor, ansiedad. Estas emociones también se manifiestan en una mala evaluación de las empresas, el gobierno y los distintos actores, ya sea en generar acciones para resolver los problemas asociados al cambio climático como en su nivel de aporte en esta misma línea. Esto se contrapone con una mirada positiva sobre el comportamiento de los ciudadanos”, explica Barros.
Actores e instituciones
De manera esperable, los y las encuestadas atribuyen la cualidad de realizar más acciones a los grupos ambientalistas, con un 80,9%, a sus familiares (62,2%) y amigos (40,3%) y, a ellos mismos (67,4%). Muy cerca aparecen las universidades, 51,3%. (Productoras de investigación y evidencia, con líderes de opinión que han masificado el conocimiento científico) y los Medios de Comunicación, al establecer agenda y facilitar la divulgación. Mientras que las instituciones estatales, se les atribuye un rol significativamente menos activo: gobiernos regionales, 18,1% y Congreso, 6,6%, mientras que un 73,4% considera que el Gobierno no realiza acciones para resolver los problemas asociados al cambio climático.
Fuente: Qué Pasa / La Tercera
Martes 10 de diciembre de 2019