El mercurio es un metal que se genera de manera natural en el medioambiente y se da en una gran variedad de formas. Este metal pesado puede provenir, por ejemplo, de los volcanes. Lo problemático de este elemento para el medioambiente y para la salud de los seres vivos es la neurotoxina llamada “metilmercurio”.
La Dra. Céline Lavergne, es parte de la Escuela de Bioquímica, de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), y visitó el Continente Blanco en el marco de la Expedición Científica Antártica (ECA 55) con su proyecto denominado “Rol de las arqueas metanogénicas en el ciclo biogeoquímico del mercurio en ecosistemas naturales y antrópicos” (Fondecyt-Posdoctorado), que la tienen estudiando los lagos y lagunas de la península Antártica para conocer los niveles y acumulación de este elemento en ellos. Este proyecto va en su segundo y último año de duración y forma parte del Programa Nacional de Ciencia Antártica, organizado por el Instituto Antártico Chileno (INACH).
Lavergne, comenta que trabaja específicamente en la contaminación de mercurio en los lagos de Chile y, en particular, el metilmercurio, la especie orgánica del mercurio, una neurotoxina importante para la salud humana.
“La toxina metilmercurio se acumula en la red trófica y en la base de este sistema se encuentran las bacterias y las arqueas (microorganismos unicelulares que, al igual que las bacterias, tienen morfología procariota). La razón de por qué estudiar este fenómeno en Antártica, es que es un lugar que no tiene una contaminación de parte del ser humano y nos sirve como una forma de control. Sabemos que hay mercurio de forma natural, no obstante, lo que estamos estudiando es la cantidad y lo queremos
comparar con otros lugares de Sudamérica (región de Atacama y Metropolitana) donde lo encontramos por contaminación humana”, apunta la Dra. Lavergne.
¿Podría afectar a las comunidades?
El mercurio está presente en la naturaleza y las reacciones generadas biológicamente por microorganismos o por luz pueden producir metilmercurio y acumularse en la cadena trófica. Esto constituye un nivel base. Por otro lado, está el mercurio que deriva de actividades antropogénicas, principalmente se trata de la quema materiales.
“Existen historias de algunos lagos acá en Antártica, que hace muchos años atrás habrían sido usados como depósito de material en desuso, como el lago Langer. Es probable que en estos sectores puedan quedar rastros contaminantes, pero eso hay que investigarlo. La idea principal de este proyecto es saber cómo se encuentra la dinámica microbiana del sector estudiado”, dice la investigadora.
Céline nos revela que las muestras tomadas desde la Antártica son básicamente agua, sedimento, mediciones de mercurio y metilmercurio. Subraya además que existen parámetros que se pueden medir el día del muestreo mediante sonda (pH y temperatura, entre otros). El trabajo describirá la cantidad de materia orgánica en un sedimento. Una parte de la muestra es congelada y otra es expuesta a una temperatura de 4 ºC, además de filtrar el agua.
“Mediante este trabajo en el Continente Blanco, vamos a contar con ciertos
parámetros como la cantidad de mercurio o el metilmercurio. El mercurio lo medimos por absorción atómica. Las muestras de mercurio en agua o sedimentos nos entregan datos diferentes y distintas concentraciones”, agrega la investigadora de la Escuela de Bioquímica de la PUCV. En el sedimento suele acumularse más mercurio, ya que la materia orgánica cae a través de la columna de agua y se deposita en el fondo. En general, el agua tiene menos mercurio, pero entrega una información diferente, que
también es importante medir. La mejor comprensión de los procesos de degradación y de producción del metilmercurio también permitirá evaluar mejor las posibilidades de biorremediación de este compuesto neurotóxico en los sistemas de tratamiento de agua.
Punta Arenas, viernes 26 de abril de 2019.
Fuente: Instituto Antártico Chileno.