Desde 2010, los chilenos, hemos debido adaptarnos año tras año a la reducción de precipitaciones, a mas altas temperaturas y a prolongadas sequías. La ultima mega sequía ocurrida entre 2010 y 2015, y la posterior restricción hídrica que se ha perpetuado en la zona centro y centro sur del país, evidencias que el clima de hoy y del futuro estarán muy lejos de lo que hemos conocido hasta ahora. El dicho tradicional “abril, lluvias mil”, ya es parte del pasado en nuestra historia climática; hace años que en esta epoca no cae ni un milímetro de agua, al norte de la Region Metropolitana.
Hoy, 22 de abril en que se celebra el Día de la Tierra, debiéramos reflexionar sobre estos cambios climáticos nacionales, que también son globales, y actuar en consecuencia. Nuestro planeta y su biosfera depende del agua. Sin agua no hay vida. La tierra sin agua es estéril y no puede sostener la vida de la especie humana, ni a las demás especies de plantas y animales, y por tanto ni a los ecosistemas, ni a las actividades de subsistencia; ni a las actividades productivas con fines de lucro, como la agroindustria y la minería.
La politica irracional de los recursos hídricos, centrada en criterios de mínimo costo y máxima rentabilidad, en Chile dio origen a la creación de un mercado de “derechos de aprovechamiento” de agua y al acaparamiento de “derechos de de agua” y a la sobreexplotación de las fuentes este recurso vital para la vida, que de acuerdo a la declaración de la ONU, es un derecho humano y un bien común universal para mantener la diversidad de la vida en la Tierra.
Esta forma absurda de gestion del agua en el país, establecida en las regulaciones del Código de Aguas decretado en 1981, se ha extendido por décadas, y a pesar del clamor de las comunidades locales que son abastecidas por camiones aljibe, y de las denuncias de las organizaciones ciudadanas que han evidenciado la sobrexplotación de aguas superficiales y subterráneas, la degradación de las cuencas y el sufrimiento de la población.
Para corregir los errores de esta legislación y sus graves daños sociales y ambientales el Congreso Nacional tramita desde 2011, una reforma al Código de Aguas que ha enfrentado la férrea oposición de algunos gremios productivos, y especialmente de la Sociedad Nacional de Agricultura, que explícitamente han manifestado su oposición a que la ley pueda caducar y extinguir los derechos de agua constituidos, que no son utilizados por aquellos que los acaparan,o que especulan con ellos, impidiendo que otros chilenos puedan utilizarlos como concesiones de largo plazo.
La ideología del libre mercado, ha naturalizado durante más de 37 años el acaparamiento y la especulación con el agua, mientras millones de chilenos sobreviven con algunos litros de agua al mes, entregados por camiones aljibe.
Esta ideología, tambien postula que debe mantenerse la absoluta autoregulación de los dueños del agua en cuanto a uso, gestión y distribución, aunque dicha gestión en situación de sequia, ha llevado actualmente a tener que decretar 61 las comunas con escasez hídrica, lo que afecta a más de 2.600.000 habitantes; a que toda la Región de Coquimbo y 14 comunas de la Región de Valparaíso hayan sido declaradas “zonas de catástrofe”. En este contexto, mantener el tipo de condiciones de “certidumbre” que exigen los empresarios para “acceder a la banca”, significa perpetuar la incertidumbre para todos los chilenos que no saben cuándo su comuna o localidad quedará sin riego o sin suministro de agua potable, porque toda el agua esta otorgada, se utilice o no, y todas las cuencas hasta el centro sur estan siendo sobreexplotadas.
La importancia del agua para la subsistencia de la población y el medioambiente ha tenido débil eco en muchos parlamentarios, que durante más de 7 años no han logrado sacar adelante una reforma, que sin ser transgresora, por lo menos prioriza el agua para consumo humano, protege las fuentes de agua y termina con la arbitraria decisión de otorgar “derechos de aprovechamiento” a perpetuidad y gratuitamente, sobre un “derecho humano” esencial.
El gobierno entrante, de vínculos estrechos con la agroindustria, ha insistido en una concepción errada de la gestión de los recursos hídricos, que mantiene la separación entre la tierra y el agua, y adjudica los recursos a perpetuidad, debilitando así las prioridades de los usos esenciales y de subsistencia del agua.
Insólitamente a pesar de las sequías y de los signos evidentes del cambio climático, el sector politico ha preferido mantener la situación crítica a que nos ha llevado el Código vigente y seguir permitiendo que se sequen los ríos y acuíferos subterráneos; perpetuar la provisión de agua a través de camiones aljibe para la población rural y sectores urbanos carenciados; hacer oídos sordos a la contaminación de las aguas superficiales y napas subterráneas, pues el objetivo final es mantener un régimen propietarista sobre las aguas por sobre las necesidades básicas y el interés público.
Así, este nuevo Día de la Tierra nos encuentra peor en el acceso y gestión de los recursos hídricos, peor en cuanto a los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU, peor en cuanto a las recomendaciones de la OECD por priorizar el mercado y renunciar a resguardar el interés público.
Sara Larraín
Directora del Programa Chile Sustentable.
Publicada en Estrategia