El director de la ONG Ecosistemas alertó sobre el peligro que significará en las próximas décadas, estas construcciones que tarde o temprano quedarán en desuso, sin que nadie se haga cargo de su mantención o acciones ante la amenaza de algún fenómeno natural.
¿Está preparado Chile para enfrentar riesgos ante desastres producidos en las construcciones hidroléctricas, represas, contenedores de relaves entre otras obras similares?
Esto a partir del reciente hecho ocurrido en una provincia del sur de Laos, donde cientos de personas se encuentran desaparecidas y varias han muerto después de la rotura de una presa hidroeléctrica.
El desastre ha dejado a más de mil 300 familias (6.000 personas aproximadamente) sin hogar, ya que seis aldeas fueron completamente inundadas.
Varios grupos medioambientales han expresado en los últimos años su preocupación por la apuesta de Laos en el sector hidroeléctrico, especialmente por el impacto de las presas en los ríos, su flora y fauna y las comunidades rurales y economías locales que dependen de ello.
Para el director de la ONG Ecosistemas, Juan Pablo Orrego, toda infraestructura como hidroeléctrica, embalse, represa, contenedor de relaves mineros instalan riesgos y un pasivo ambiental.
“En el futuro estas estructuras van a constituir un pasivo ambiental. Para que la gente entienda la envergadura de lo que estamos hablando lo hemos comprado con un vertedero nuclear, algo muy serio que se aprestan a enfrentar las generaciones futuras”, afirmó.
Juan Pablo Orrego, agregó que, en caso de nuestro país, por ejemplo, en represas del sector del Alto Biobío, están hechas con tecnología de punta, sin embargo, en las próximas décadas la construcción se transformará en un peligro por la acumulación de sedimentos bajo el agua y contra el muro de contención.
El director de Ecosistemas, indicó que en Chile este elemento de riesgo no ha sido considerado en los estudios de impacto ambiental ni menos se hacen cargo las empresas a cargo.
Aunque en el país no existen los riesgos de crecidas fluviales debido al monzón, si existe actividad volcánica o sismos.
Para Juan Pablo Orrego si estos fenómenos ocurrieran en el sector cordillerano de la región del Biobío, gran parte de la zona urbana quedaría bajo el agua.
“En el entorno de la cuenca alta del Biobío existen cuatro volcanes activos, si alguno de ellos hace erupción afectaría notablemente a las centrales Pangue y Ralco, constituyendo una catástrofe sin precedentes para toda la región, eso es un riesgo real”, argumentó.
El director de ecosistemas citó finalmente ejemplos que actualmente ocurren en Estados Unidos, donde la tendencia es a demoler represas que ya no están funcionando, sin embargo, los costos económicos son aún mayores que los destinados para su construcción.
Rodrigo Fuentes