A nivel mundial Chile podría tener la categoría de un país privilegiado en la disponibilidad de recursos hídricos: a lo largo del territorio el volumen de agua superficial que escurre por los cauces alcanza los 53 mil metros cúbicos (m3) por persona al año. Esta cifra supera en ocho veces la media global de sólo 6.600 m3 y en 25 veces el mínimo que exige un desarrollo sostenible (dos mil m3).
Sin embargo, estos números esconden una realidad muy diferente. Hacia el norte de la Región Metropolitana el promedio de agua disponible por persona al año es de sólo 800 m3, mientras que hacia el sur de la capital, son más de 10 mil m3.
Esta situación “se agrava en el tiempo conforme avanza el proceso de desertificación hacia el sur del país”, explica Leonardo Muñoz, coordinador de la red de Agua del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (Cnid).
Esta disparidad es parte de los desafíos que la plataforma “Más goles para Chile” (lanzada por el mismo Cnid) invita a solucionar a través del RetoAgua, cuyo “director técnico” es precisamente Muñoz.
“El gol que queremos hacer es que de aquí al 2030 nos hayamos organizado en términos sociales y productivos de una forma que nos permita tener seguridad hídrica”, es decir, “asegurar que cada sector productivo y, particularmente, la ciudadanía tenga agua disponible para atender sus necesidades y requerimientos”, explica el experto.
Varias iniciativas que van en esta línea están siendo difundidas a través de esta plataforma. Por ejemplo, en el norte del país se está realizando un proyecto piloto que utiliza agua de mar para regar determinados cultivos. El suelo se transforma en una especie de filtro, por lo que el agua, cuando toca la especie que debe regar llega menos salada, explica Muñoz. La acelga es uno de los cultivos en el que ha funcionado esta técnica y que, incluso ha visto potenciada sus propiedades.
Agricultura versus minería
En Chile el 73% del agua disponible es consumida por la agricultura y sólo en algunos casos se puede tratar y reutilizar.
“Para los requerimientos de la agricultura es necesario desarrollar tecnologías para que el río sea más eficiente”, enfatiza el experto.
Más avanzada se encuentra la minería que, “contrario a lo que uno pueda pensar por el conflicto que se genera con el agua y las comunidades está llegando a procesos de eficiencia hídrica súper interesantes”, compara Muñoz, quien destaca la implementación de plantas desalinisadoras de agua de mar.
Eso sí, lo que está fallando en Chile, acusa Muñoz, es “una mirada sistémica de cómo funciona la cuenca”, señalando que hoy no se sabe cuánta agua hay disponible tanto en la superficie como en el subterráneo. “Entonces no sabemos si tenemos mucha o poca agua y generamos estrés hídrico”, dice el experto.
Los pilares que según el experto son clave para avanzar en este desafío son: fortalecer la información sobre el recurso hídrico en diferentes niveles, impulsar la investigación de acuerdo a las demandas de las distintas regiones del país, generar una institucionalidad que permita coordinar investigación y desarrollo y fortalecer una cultura orientada a la sostenibilidad de este recurso.
Bombas que reciclan agua
En Chile se encuentra el desierto más árido del mundo, lo que vuelve al agua un recurso más preciado del que ya es. Por ello, la eficiencia hídrica es clave en esta zona que destaca por la industria minera.
En esta dirección se encuentra Neptuno Pumps, empresa que diseña y fabrica bombas centrífugas para este y otros sectores productivos. “Nos sentimos absolutamente responsables del nexo agua-energía y de usar responsablemente el agua”, dice Petar Ostojic, CEO de la compañía.
En la minería, estas bombas logran reciclar hasta 80% del agua utilizada, por algo es una de las iniciativas destacadas de “Más goles para Chile” en el RetoAgua.
Uno de los desafíos que se impusieron hace unos años fue utilizar un modelo de economía circular, es decir, se hacen cargo después que termine la vida útil de las bombas para reutilizar como materia prima los materiales.
El ciclo de utilidad que tienen estas bombas es de hasta un año y medio, pero en sus inicios (una década atrás), podían durar sólo un par de semanas. “Hemos aumentado la duración de una bomba en más de mil por ciento”, cuenta Ostojic.
Neptuno también exporta sus bombas hacia Argentina, EEUU, México y Perú.
De la muerte a la conservación
El Centro Humedales Río Cruces nació tras la tragedia de 2004 en la que murió la población de cisnes de cuello negro por un mal manejo de residuos de la empresa Arauco.
La compañía debió enfrentar una serie de medidas para reparar el daño causado y una de ellas fue la creación de un centro de investigación, el que fue mutando hasta convertirse en un centro de conservación de humedales, cuenta Ignacio Rodríguez, su director ejecutivo.
“(La) investigación, educación ambiental y la gestión de la conservación son los objetivos principales”, añade Rodríguez. Este centro se realizó en conjunto con WWF y la Fundación Plantae y el ente administrador es la Universidad Austral y es una de las iniciativas destacadas del RetoAgua de “Más goles para Chile”.
La agenda que buscan impulsar es que los actores que toman importantes decisiones a nivel productivo consideren la conservación de humedales como “tecnología de infraestructura verde”. “No necesito gastar muchos recursos en una planta de tratamiento de alto nivel, cuando tengo humedales que me hacen de embalses naturales”, explica Rodríguez. Una de las relevancias de los humedales es que se pueden crear en menos de un año y ayudan a preservar la calidad del agua.
Fuente: Publimetro