En su mayoría no nos están permitiendo debatir sobre la nueva institucionalidad que se pide a gritos producto de sequías, acaparamiento, especulación, cambio climático, escasez, que entendemos todos consideran fundamental. ¿Dónde están los programas especiales, los debates, las reflexiones, la pluralidad de voces sobre este tema esencial? ¿La visibilización de las posturas de los diputados que deberán votar la reforma? ¿Sabemos en Aysén qué harán David Sandoval e Iván Fuentes?
Las guerras, en el futuro, serán por el agua. Sin su presencia no existiría vida en el planeta. Sin alimento, el ser humano puede sobrevivir cerca de un mes. Sin agua, solo un par de días.
Son estas algunas de las frases que recurrentemente se expresan sobre el lugar del agua dentro de los elementos fundamentales para la existencia. Una noción instalada que asume su trascendencia y que se reproduce sistemáticamente en diversos espacios de la sociedad. Hay dibujos, canciones, videos que nos hablan de ello.
Sin embargo, subsiste una pregunta. ¿Cómo es posible transformar tal sentido común en acción política? ¿En arma movilizadora que permita, en la práctica, convertir la gestión del agua en un foco de atención de los ciudadanos de a pie?
Ejemplos de programas educativos donde se enseña a cuidarla (cerrando las llaves, no ensuciando un río) hay por montones. Es el trabajo de incidencia a pequeña escala, necesario, pero que si solo en eso queda no apunta al fondo asociado a su control.
Porque a pesar de la importancia que le damos, sin pena ni gloria ha pasado para los grandes medios de comunicación la discusión de la reforma al Código de Aguas que hoy se tramita en la Cámara de Diputados. Y que el 22 de noviembre será votada por el pleno, luego de su paso por las comisiones de Recursos Hídricos, Agricultura y Hacienda.
Tan importante es lo que está en juego que se ancla en ese puñado de leyes que siguieron a la Constitución del 80 para apuntalar el control de los recursos naturales y el modelo extractivista vigente: Código de Aguas (1981), Ley General de Servicios Eléctricos (1982), Código de Minería (1983), entre las principales.
Más aún, tan relevante es la norma que la primera modificación general -ya en democracia- se presentó en 1992 y fue promulgada en 2005. ¡Trece años después! Y la segunda, que hoy se tramita en el Congreso, ingresó en 2011. Es decir, ya lleva más de cinco años de discusión.
Incluso así, aún considerando la relevancia de la normativa y lo que está en juego, no existe en los medios nacionales espacio para discutir sobre esta materia. Algunas cartas director, una virtual caja de resonancia de la “campaña del terror” del gran empresariado preocupado porque el agua pase a ser un bien de interés público es lo que predomina.
Mucho han hecho ciudadanos y organizaciones desde hace años, impulsando las movilizaciones por la recuperación del agua. Pero el sistemático bloqueo de los grandes medios sigue siendo la generalidad.
En un esfuerzo por corroborar aquello, hice el siguiente y simple ejercicio. Ingresé en el buscador del Congreso Nacional la frase “Código de Aguas” para obtener resultados del último mes, filtrado por canales de televisión nacionales. La respuesta fue una sola mención, escondida en un bloque de economía de poco más de un minuto en CNN Chile. El 14 de octubre de 2016. Hace más de un mes.
Repetí la experiencia con “Ricardo Lagos”. Las 213 menciones saltaron inmediatamente, con “Lagos y Guillier analizan crisis de NM” (CNN Chile), “Lagos critica a Guillier” (Canal 13), “Candidatos responden a Piñera” (Mega), “Piñera arremetió contra Guillier” (UCV), “Lagos vs. Piñera” (24 Horas TVN).
La primera conclusión es que con ese nivel de cobertura, cualquiera podría instalarse como opción presidencial.
De seguro más de alguno dirá que los medios solo muestran la realidad y no la construyen, pero tal mantra hace rato que fue desechado y es bien claro que instalan agenda. Nos dicen sobre qué conversar. En este caso sobre Lagos, pero no sobre agua.
Y claro, en su mayoría no nos están permitiendo debatir sobre la nueva institucionalidad que se pide a gritos producto de sequías, acaparamiento, especulación, cambio climático, escasez, que entendemos todos consideran fundamental. ¿Dónde están los programas especiales, los debates, las reflexiones, la pluralidad de voces sobre este tema esencial? ¿La visibilización de las posturas de los diputados que deberán votar la reforma? ¿Sabemos en Aysén qué harán David Sandoval e Iván Fuentes?
¿Dónde la discusión del caudal ecológico, el término de la propiedad de particulares sobre los derechos que se entreguen en el futuro, la priorización del agua como un derecho humano, privilegiando el consumo de las personas, la sustentabilidad de los ecosistemas, las actividades de subsistencia y de comunidades indígenas?
Gracias a esta omisión, gran parte de los chilenos no tiene idea alguna de cómo piensan sus diputados y senadores sobre esta fundamental reforma. De seguir así, llegará el 22 de noviembre y harán –como muchas veces- lo que les plazca, protegidos por el manto de la ignorancia ciudadana. Uno que, claro está, se hace posible también por la ausencia de proactividad por informarse por otras vías, considerando que la tecnología para ello existe.
Las responsabilidades son compartidas, eso es cierto. Pero en ello los medios de comunicación, los periodistas, tienen una cuota de la cual no se pueden desligar.