La contaminación patógena y orgánica está en aumento en más de 50% de los tramos fluviales de África, Asia y América Latina.
Un grave aumento de la contaminación patógena en al menos la mitad de todos sus tramos fluviales hacen de Asia la región más afectada.
Unos 323 millones de personas en tres continentes están en riesgo de contraer enfermedades causadas por agentes patógenos en el agua
30 de agosto de 2016 – Unos 323 millones de personas están en riesgo de contraer enfermedades potencialmente letales como el cólera y la fiebre tifoidea debido al aumento de la contaminación del agua en tres continentes, advirtió hoy el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA.
El preocupante aumento de la contaminación en las aguas superficiales de Asia, África y América Latina también amenaza con dañar fuentes vitales de alimentos y perjudicar las economías de los continentes, señala ONU Ambiente en su último informe, Snapshot of the World’s Water Quality. Al complicar aún más el acceso a agua de calidad, la contaminación del agua también amenaza con engendrar más desigualdad, pues golpea con mayor fuerza a las personas más vulnerables: las mujeres, los niños y las personas más pobres.
Jacqueline McGlade, Directora Científica de ONU Ambiente, dijo que la «cantidad cada vez mayor de aguas residuales que se vierten en nuestras aguas superficiales es muy preocupante. El acceso al agua de calidad es esencial para la salud y el desarrollo humano. Ambos enfrentan riesgos si no logramos detener la contaminación.
«Afortunadamente es posible comenzar a restaurar los ríos que ya están gravemente contaminados, y está claro que nos queda tiempo para evitar que aún más ríos se contaminen. Es de vital importancia que el mundo se una para combatir esta creciente amenaza», advirtió.
Las principales causas del preocupante aumento de la contaminación de las aguas superficiales en Asia, África y América Latina son el crecimiento demográfico, el aumento de la actividad económica, la expansión e intensificación de la agricultura y la mayor cantidad de aguas residuales no tratadas que se descargan en los ríos y lagos.
Según el informe de ONU Ambiente, la contaminación patógena y la contaminación orgánica aumentaron en más de 50 por ciento de los tramos fluviales entre 1990 y 2010 en los tres continentes, mientras que la contaminación salina aumentó en casi un tercio.
Contaminación patógena
Se estima que una grave contaminación patógena –cuyo aumento se debe principalmente a la expansión de sistemas de alcantarillado que descargan aguas residuales sin tratamiento a las aguas superficiales– afecta a cerca de una cuarta parte de los tramos fluviales de América Latina, de 10 al 25 por ciento de los tramos fluviales de África y hasta la mitad de los tramos en Asia.
En algunos países, más de 90 por ciento de la población depende de las aguas superficiales como fuente de agua potable. Cuando se contaminan, estas aguas –que también se utilizan en la preparación de alimentos, el riego de los cultivos y la recreación– representan una grave amenaza para la salud humana.
Alrededor de 3,4 millones de personas mueren cada año por enfermedades asociadas con patógenos en el agua, como el cólera, la fiebre tifoidea, la hepatitis infecciosa, la poliomielitis, la criptosporidiosis, la ascariasis y las enfermedades diarreicas. Muchas de estas enfermedades son causadas por la presencia de desechos humanos en el agua.
ONU Ambiente estima que hasta 25 millones de personas están en riesgo de infección de estas enfermedades en América Latina, 164 millones en África y 134 millones en Asia.
La solución no es solo construir más alcantarillas, sino tratar las aguas residuales.
Contaminación orgánica
Se produce contaminación orgánica severa cuando se liberan grandes cantidades de compuestos orgánicos degradables en los cuerpos de agua. En la actualidad este tipo de contaminación afecta aproximadamente a uno de cada siete kilómetros de todos los tramos fluviales de América Latina, África y Asia. Este tipo de contaminación puede conducir a la desoxigenación total de los cuerpos de agua, y esto representa una seria amenaza para las pesquerías de agua dulce, que suministran la sexta fuente más importante de proteína animal para los seres humanos y que, en los países en desarrollo, dan empleo a 21 millones de pescadores y generan 38,5 millones de puestos de trabajo indirectos.
Salinidad
Alrededor de una décima parte de todos los tramos fluviales de América Latina, África y Asia ya está afectada por contaminación salina severa y moderada. Los altos niveles de salinidad producidos cuando los humanos vertimos aguas residuales salinas de minas, sistemas de riego y hogares en los ríos y lagos hacen que, para los agricultores más pobres del mundo, sea todavía más difícil irrigar sus cultivos. Entre 1990 y 2010 la contaminación salina aumentó en casi un tercio de todos los ríos de los tres continentes.
Eutrofización
La agricultura se ha intensificado y expandido a medida que el mundo busca la manera de satisfacer la creciente demanda de alimentos de su población en auge. Esto ha aumentado la cantidad de fósforo, proveniente de fertilizantes y pesticidas, que contamina los cuerpos de agua. La eutrofización resultante puede conducir a un auge de plantas nocivas y a la proliferación de algas, así como a cambios en la estructura del ecosistema y las especies de peces.
Más de la mitad de las cargas totales de fósforo en 23 de los 25 lagos más importantes de todo el mundo son de origen humano: fertilizantes inorgánicos, desechos del ganado y aguas negras humanas. Hoy, en la mayoría de los grandes lagos de América Latina y África los niveles de fósforo son mayores que en 1990.
Soluciones del reto de la calidad del agua
Todavía hay tiempo para hacer frente a la contaminación del agua. Es necesario mejorar la monitorización del agua, especialmente en los países en desarrollo, para comprender la magnitud del problema en todo el mundo y poder identificar los puntos más críticos. Una vez que se hayan realizado evaluaciones exhaustivas, hay muchos métodos viejos y nuevos que pueden ayudar a reducir la contaminación en la fuente, tratar las aguas contaminadas antes de que entren en los cuerpos de agua, reciclar las aguas residuales para el riego y proteger los ecosistemas; por ejemplo, mediante la restauración de humedales para eliminar los contaminantes traídos por escorrentía urbana o agrícola.
«No hay duda de que tenemos las herramientas necesarias para enfrentar este problema, que se agrava cada día», dijo McGlade. «Ahora es el momento de utilizar estas herramientas para combatir esto que lentamente se está convirtiendo en una de las principales amenazas para la salud y el desarrollo humano en todo el mundo.»