Hace algunos días estuvimos en otro de los ejercicios para el ordenamiento territorial de Aysén y ahí expresamos que llevamos años dedicados a esto, siendo profesionales en el tema, y que a su causa ya teníamos un lote de moretones en el alma, ya que en el actual Chile neoliberal el ordenamiento lo hace “el mercado” y los poderes fácticos. Y sin embargo, masoquistamente tal vez, insistimos en el ordenamiento por el bien común, transparente, con ingerencia de expertos, del estado y con participación de la ciudadanía. A lo mejor actualmente sea una utopia, pero para eso están las utopías, para seguir caminando paso a pasito hacia ellas.
Chile tenía en los años previos a la dictadura un gran prestigio y experiencia en ordenamiento territorial y urbanístico. Eran los tiempos de los arquitectos planificadores Karl Brunner, Muñoz Maluschka y Juan Parrochia, entre otros. De ahí surgieron los planes, regional e intercomunal metropolitano de Santiago, y hasta el plan para la Carretera Austral. En esos años también se declararon gran parte de las Áreas Silvestres Protegidas del Estado y surge la Ley de Monumentos Nacionales. Sí, proteger el patrimonio también es una forma de ordenar el territorio. También ordenan los mapas geológicos y de riesgo, la Zonificación Nacional de Interés Turístico y la apertura de caminos. Y hay hartas formas mas, de hecho muchas medidas o leyes políticas o económicas, a veces sin querer, ordenan el territorio. Basta ver el famoso DL 701 que convirtió en territorio forestal una gran superficie nacional. O el ordenamiento pesquero interior –exterior, el ordenamiento energético de cuencas y “polos de desarrollo” del ministerio de Energía.
Y la verdad es que si al ordenamiento formal le agregamos aquel del mercado, modificando planes reguladores a su conveniencia o haciendo caso omiso de ellos, si le agregamos que actualmente toda regulación es “flexible” y determinada por el poder central y el lucro, incorporando frases como “uso preferente”, lo que implica que no excluye otros usos, como nos lo impusieron en el ordenamiento del borde costero. Y si mas encima le agregamos el ordenamiento del territorio que hacen los megaproyectos, los moretones no solo son en el alma. Eso, porque mas de alguno hemos perdido y nos hemos visto en riesgo de perder puestos de trabajo a causa de esto. Y los moretones, por lo demás, traen consigo consecuencias físicas o mentales, cesantía, problemas en la familia. El andar remando contra la corriente, la valentía, el ser consecuente, por más que sea bueno para la conciencia y necesario para conservar patrimonio y los valores para las próximas generaciones, a veces tiene sus costos.
En 1979, trabajando en Hamburgo, conocí como se toman en serio el ordenamiento territorial los alemanes en su modelo social de mercado. Y les ha servido muchísimo. Tal vez por eso terminamos la carrera de arquitectura dedicados a la planificación con el maestro Parrochia. Así llegue a Aysén en 1982 a preparar los antecedentes para un plan de desarrollo microregional de Puerto Yungay y la Comuna de Tortel. Eso, cuando el gobierno pretendía borrar del mapa al poblado de Caleta Tortel por ser “artificial”. A consecuencia de esto me contrataron en el Minvu, pero nunca más paso algo con Puerto Yungay. Por otra parte, lograr declarar Monumento Nacional a Caleta Tortel, para conservar su valor patrimonial ¡nos tomo mas de 17 años! Algún día suele madurar la situación y darse las cosas para que resulten las propuestas, pero ¡vaya que cuesta! En el Minvu realizamos varios loteos, como el de Puerto Bertrand, que fue una propuesta muy novedosa, planes seccionales como el de Cerro Castillo, que también tenia propuestas interesantes, y planes reguladores y contraparte de su confección en Pto. Cisnes, Melinka, Puerto Aisén-Chacabuco, Coyhaique. Por cierto, estos instrumentos suelen quedar bien guardaditos o adornan alguna pared, mientras las autoridades que debieran aplicarlos y la ciudadanía que debiera ser beneficiada, no cuentan con la cultura urbanística como para entenderlos, aplicarlos y defenderlos. O sea, si le sumamos al modelo, la falta de cultura en estas materias, el panorama se ve harto oscuro.
Luego estuvimos como un año dedicados a ordenar el borde costero, lo cual iba todo muy bien hasta que los salmoneros aliados con el senador A. Zaldívar nos violaron. De ahí se continuó con el Plan de Ordenamiento Territorial de Aysén, PROT, interesante trabajo ¿qué sirvió de algo? y la microzonificación costera. También estuvimos hartos meses trabajando en el Plan de Estrategia de Cuenca del Baker, que el gobierno de Piñera se encargó de borrar del mapa. Mientras, aparecían los megaproyectos Alumysa y luego HidroAysén y Río Cuervo y con ellos prácticamente toda la ordenación previa paso a ser “no vinculante y sin fuerza legal”. ¡Si hasta pretendían poner una represa en el Parque Nacional Laguna San Rafael –Reserva de la Biósfera con anuencia del alto mando de Conaf!
En los últimos años, aparte de la lucha contra la desregulación y el ordenamiento salvaje, también hemos continuado participando en algunas propuestas como el Monumento Histórico Paso San Carlos, lo que tomó ocho años para ser declarado y llevamos dos años y medio esperando la corrección de los errores cometidos en esa declaración. Llevamos quince años con la propuesta “Patagonia Patrimonio de la Humanidad” transformada en sitio de Patrimonio Natural Mundial por Conaf bajo encargo del Consejo de Monumentos Nacionales, y que a pesar del apoyo del Senado, del CORE de Aysén, de la comunidad, de varias organizaciones ciudadanas nacionales e internacionales, no logra avanzar. Llevamos décadas defendiendo la integridad de áreas silvestres protegidas, últimamente contra la invasión de las salmoneras ¡y vaya que ha costado! Igual, llevamos décadas defendiendo la integridad de áreas verdes urbanas, empeño en el cual suele haber cero compromiso de la institucionalidad, inclusive la Contraloría. Entonces, finalmente, aparte de estrellarnos contra el “muro” del modelo y a la falta de cultura, más encima se suma la falta de compromiso o interés y cumplir su rol de la institucionalidad. O sea, el desafío esta grandote.