Los cuatro proyectos energéticos (Mina Invierno en Isla Riesco, HidroAysén en la Cuenca del Baker, Central Río Cuervo en el municipio de Puerto Aysén y Central Mediterráneo en río Puelo, región de Los Lagos) pretenden ser llevados a cabo con tecnologías del pasado en el mundo del futuro, representando un verdadero retroceso en materia de generación energética y de desarrollo regional.
Para la patagonia chilena desde Magallanes a Los Lagos, estos no son buenos momentos y ciertamente las noticias son poco alentadoras. El gobierno ha faltado a la palabra empeñada en la campaña por llegar a la Moneda, donde prometió hacer un manejo sustentable del medio ambiente; tanto fue el ímpetu de la campaña por lograr los votos ambientalistas, que la candidata Michelle Bachelet, junto con el senador Guido Girardi, aparecieron en ese entonces en una gigantografía, anunciándose a los votantes que la futura presidenta era una Patagonia Sin Represas. Dando a entender que entendía la problemática ambiental de patagonia y que con ella cambiaría esa realidad
Un par de meses después, instalada en la Moneda como Presidenta de Chile; Michelle Bachelet nominó en el ministerio de energía a Máximo Pacheco Matte, que empezó a resucitar el proyecto HidroAysén en la cuenca del Baker; a hacer la vista gorda con la Central Rio Cuervo en el municipio de Puerto Aysén y en la región de los Lagos, no replanteo como se esperaba el permiso de la Central Mediterráneo, que pretende intervenir el río Puelo con una gran represa. A todo esto le sumamos que no se han cumplido las promesas con Chiloé por el tema de la marea roja y dilucidar la destructiva relación con las salmoneras y han permitido también, que las salmoneras litiguen con buenos resultados en los tribunales ambientales, para seguir desarrollando la actividad en las limpias aguas de Parques y Reservas Nacionales de Patagonia.
Con todo esto sobre la mesa, se podría decir que el gobierno de la Nueva Mayoría, ha tenido la capacidad de crear la tormenta ambiental perfecta en patagonia, iniciándose un proceso de destrucción de inconmensurables proporciones, en la proyección natural de desarrollo de un territorio único y especial, no solo a nivel nacional como planetario también.
Hace unos días el consejo de medio ambiente de la región de Magallanes, compuesto por seremis de gobierno y el intendente, aprobaron sin ninguna consideración y sin la opinión de las organizaciones regionales, que Mina Invierno en Isla Riesco, pudiese hacer tronaduras para rentabilizar la producción de esta mina de carbón. Pocos saben que mina invierno, es la más grande del planeta a tajo abierto, con un formato de producción en completo desuso a nivel planetario, en un sector de grandes vientos huracanados, capaces de llegar a los 110 km por hora, con todo lo que ello representa, en una isla que se dedica fundamentalmente a la ganadería y el turismo de intereses especiales y que fue considerada hasta antes de la llegada de la mina, como reserva natural y con una ganadería de excepción.
Literalmente para la patagonia chilena son tiempos de mucha desesperanza ante la realidad futura del territorio; entendiéndose que las comunidades de patagonia, se desarrollan y proyectan sus actividades en base a la calidad escénica de su medio ambiente. Existe en la actualidad mucha desazón por las promesas incumplidas del gobierno de la Nueva Mayoría, con un gobierno que no ha sabido restarse a las presiones y con un accionar totalmente hipotecado a los intereses de las grandes transnacionales y de los grupos económicos nacionales que son intermediarios de estos grandes capitales internacionales, que están afincados a fuego en el seno interno del gobierno y más vigentes que nunca. Tanto es así, que los Ministros de Energía, Máximo Pacheco Matte y de Minería, Aurora William, se deben más al grupo Luksic, sus antiguos empleadores (y futuros al término del gobierno) que al desarrollo sustentable del país. Pablo Badenier, el actual ministro de medio ambiente, completamente irrelevante ante los grandes temas energéticos, ante el poderoso dominio de los ministerios de energía y minería. Creando un serio desbalance coyuntural de grandes proporciones en la forma de hacer y planificar el desarrollo, con nefastas implicaciones para el futuro, destruyendo el subsuelo nacional con una minería netamente extractivista y con nada de consciencia ambiental. Con un mar depredado hasta decir basta, con una ley de pesca que lo ha destruido y que permite que las salmoneras, al no poder contar con aguas limpias y frescas (que ellos mismos han ensuciado) tengan la posibilidad de invadir parques y reservas nacionales prohibido por ley y que el ministerio de energía, quiera intervenir los ríos de Aysén, con grandes represas para producir electricidad para exportarla a Argentina.
Los cuatro proyectos energéticos (Mina Invierno en Isla Riesco, HidroAysén en la Cuenca del Baker, Central Río Cuervo en el municipio de Puerto Aysén y Central Mediterráneo en río Puelo, región de Los Lagos) son extremadamente negativos para el medio ambiente, la flora y fauna del lugar y para el desarrollo normal de las comunidades que habitan en las inmediaciones y para patagonia como un todo; destruyendo una forma de hacer en la cual las comunidades han basado su proyección de desarrollo. Los cuatro proyectos responden a visiones de negocios, sin ajustarse a las necesidades reales de un país, que busca desarrollarse sustentablemente en materia energética.
Los cuatro proyectos tienen denominadores comunes muy contradictorios: pretenden ser llevados a cabo con tecnologías del pasado en el mundo del futuro, representando un verdadero retroceso en materia de generación energética y de desarrollo regional; las cuatro intenciones han sido aprobadas con evaluaciones ambientales (EIA) muy precarios y en todos los casos, han falsificado una serie de informes y omitidos otros tantos informes para aprobarlos, sin entregarle a las comunidades y al país, garantía alguna que se han cumplido con los protocolos establecidos por ley.
Los cuatro proyectos energéticos se han sustentado en estudios de impactos ambientales (EIA) desarrollados por las mismas empresas interesadas y no cuentan con una contraparte profesional que represente los intereses de las comunidades y aún así, a pesar de la manipulación gubernamental, con una ley que solo ve el lado empresarial del problema, igualmente se han encontrado las omisiones y la inmensa cantidad de lagunas y las serias consecuencias sociales, culturales y ambientales para los habitantes de patagonia, en sus procesos productivos y lo que representaría la intervención para la flora y fauna de los territorios pretendidos.
Los estudios realizados paralelamente a los presentados por las transnacionales por las diferentes organizaciones de las comunidades intervenidas, han develado las contradicciones de estos proyectos. Los cuatro proyectos han gastado fuertes sumas de dinero, para presentarse ante la opinión pública, dando a entender falsamente que cuentan con tecnología de punta y con los más nuevos procedimientos de la ciencia y que son un beneficio para el desarrollo del país. Pero a pesar de todo y del desbalance para mostrar las incongruencias, innumerables científicos y profesionales del área, con años de experiencia en la materia y una buena cantidad de posgrados y doctorados en prestigiosas universidades chilenas y extranjeras, han enfrentado el tema y han puesto en tela de duda los proyectos, sustentados en estudios comparativos que dicen todo lo contrario a lo que han afirmado las transnacionales y el mismo gobierno; ha sabiendas que las represas de muros de contención y embalses son tecnología de pasado, contaminan los ríos y los sedimentan y no son energías renovables bajo ningún punto de vista como dicen las transnacionales y que mina invierno en Isla Riesco, es un proyecto que vuelve al mismo formato de producción que se utilizaba en el siglo diecinueve.
La patagonia chilena, ha fundamentado su economía y su desarrollo en el turismo de intereses especiales y en la ganadería. Con estos proyectos energéticos mal emplazados y muy mal formulados, sus proyecciones de desarrollo estarían totalmente desfigurados, transformando estos territorios que en la actualidad son considerados oasis ambientales y reservas de vida, no solo para Chile sino para el planeta como un todo, en zonas contaminadas, como tantas otras regiones del país, que han sido destruidas por los malos manejos ambientales y que en la actualidad son consideradas como zonas de sacrificio ambiental y eso no lo quiere nadie para patagonia.
En lo que respecta al carbón de Isla Riesco y es importante hacerlo público; es de un tipo sub-bituminoso de tipo B y C, de muy baja calidad, con poco poder calórico en comparación con los carbones certificados que se usan para alimentar las termoeléctricas del norte y que se importa desde Colombia. El carbón de Isla riesco contiene altos niveles de mercurio y no esta dentro de los rangos permitidos para la salud humana según la legislación chilena. Con el tiempo el uso de este tipo de carbón de tan baja calidad, causará malformaciones congénitas en la población de las ciudades de las termoeléctricas que lo utilicen.
Pero a pesar que el gobierno tiene toda esta información sobre la mesa y de todas sus promesas de campaña por una patagonia libre de contaminación, no ve motivos para abortar los proyectos de Mina Invierno en Isla Riesco, HidroAysén, Central Río Cuervo y Central Mediterráneo; generando una profunda rebeldía en los habitantes de patagonia, en el resto del país y del planeta ambientalista internacional, que entienden que estos proyectos energéticos no puede ser aceptados por una generación, que no está dispuesta a sacrificar la proyección ambiental del país y menos de patagonia, por los nefastos intereses de las transnacionales extranjeras, asociados con los grupos económicos chilenos, para que estas empresas puedan hacer en patagonia lo que no pueden hacer en sus países de origen.
Fuente: Radio del Mar