Haciendo un exhaustivo análisis al sistema ambiental del país a nivel institucional y legislativo, Juan Pablo Orrego da a conocer su parecer sobre los cuestionamientos en materia ecológica, desde una perspectiva en que los dilemas a nivel social y medio ambiental son causas y efecto de un mismo problema.
Indignado. Así dice estar Juan Pablo Orrego con la realidad que vive Chile en materia medio ambiental. Una visión crítica que advierte de entrada, al iniciar esta entrevista, al advertir sobre la urgente necesidad de cambiar las cosas en el país. Un gran cambio que debe comenzar por cada ser humano –reflexiona- para luego avanzar hacia un nuevo escenario de manera colectiva.
“La única forma de salir de este derrumbe social y ecológico es dándonos cuenta de cuál es el problema, y cambiar todos juntos. Desde adentro hacia afuera”, comenta el presidente de la ONG Ecosistemas, organización que nació hace más de una década previo a la campaña “Patagonia sin represas”, desplegada por colectivos transversales.
En entrevista con Revista Nueva Minería y Energía, Juan Pablo Orrego, ecologista y antropólogo de profesión, da a conocer su visión sobre el escenario ambiental, social y económico en que Chile se desarrolla, bajo un escenario en que los efectos del cambio climático han llegado para quedarse.
¿Cuál es su opinión respecto al sistema ambiental vigente en Chile a nivel institucional y legislativo?
El sistema ambiental a nivel institucional y legislativo tiene grandes vacíos, manteniendo una falta de sabiduría ambiental ecológica del fenómeno. No hay una compresión real de cómo funcionan los ecosistemas en nuestro país, no hay todavía leyes de protección de cuencas, ni planes integrados de manejo de cuencas hidrográficas, que es algo bastante insólito.
Porque se supone que si tú quieres hacer un ordenamiento territorial, la célula del territorio son las cuencas. Nadie las está mirando como un todo. La ley de base del medio ambiente es una ley burocrática que lo que instala es un sistema de evaluación ambiental. Y es muy feble en términos de cómo puede ser influenciado por la empresa proponente de proyectos.
La legislación ambiental chilena tiene una carencia de conceptos básicos. No están los pilares mínimos inmanentes en esta legislación. Desgraciadamente, la línea de base de nuestro territorio se está haciendo a través del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
¿Y cómo debiera ser, entonces?
Necesitamos una renovación muy drástica, con un enfoque ecológico de verdad, poniendo a la naturaleza primero, porque sin la naturaleza no hay agua, tierra, etc. Éste debe ser el primer valor por la calidad de vida de los seres humanos, porque, lamentablemente, Chile está convertido en un país de sacrificios: Alto Bío Bío, Ventanas, Coronel, Antofagasta, son sólo algunas de las zonas en que el sacrificio predomina.
Pero, ¿qué está pasando? Nadie reacciona con los altos niveles de cáncer y nadie los relaciona con la intervención de empresas en estas zonas. Y lo peor es que a veces dicen, ‘bueno, es el progreso’. ¿Qué falta para reaccionar? No puede existir armonía social viviendo en ecosistemas degradados y no puedes vivir en armonía ecológica con sociedades disfuncionales.
En su opinión, ¿cuáles son las principales debilidades del Sistema de Evaluación Ambiental?
Chile tiene un sistema extremadamente presidencialista. Este es uno de los puntos que demuestra lo feble y mal que funciona el Sistema de Evaluación Ambiental. Basta recordar la relación de Michelle Bachelet con el proyecto Barrancones o al ex presidente Eduardo Frei con Ralco.
Esto demuestra que el SEA es absolutamente vulnerable a la influencia política, además de otros temas estructurales como el hecho de que los Estudios de Impacto Ambiental son financiados por las empresas proponente de los proyectos, y redactados por técnicos contratados directamente por estas compañías.
Luego, los científicos que hicieron la evaluación original, que puede haber sido de bastante calidad, se quedan callados cuando les editan sus informes, les sacan cosas claves, porque el negocio de las consultoras es gigantesco y no quieren perder ese negocio. Este es un problema estructural serio.
¿Cómo se resuelve este problema estructural?
Nuestra propuesta es que los proyectos debieran ser evaluados por consorcios científicos que sean convocados de alguna manera por un acuerdo público – privado, financiado por las empresas, por supuesto, porque ellas son las interesadas, pero que el consorcio científico trabaje totalmente independiente.
Yo trato de no idealizar nada, pero en Nueva Zelanda, por ejemplo, existió el caso de una mina de oro que estuvo veinte años en evaluación. O sea, el equilibrio es mucho mayor. Realmente en Chile la cosa está demasiado desequilibrada. Y no solamente el SEA, ojo. La Constitución chilena, que es algo inédito en el mundo, te consagra la propiedad privada de las concesiones mineras o de usos de agua.
A propósito, ¿qué le parece el trabajo que está realizando el gobierno para reformar el Código de Aguas?
En Chile es totalmente inconstitucional expropiar los derechos de agua y concesiones mineras. Además de tener un tabú ideológico, porque ‘huele a estatismo y a Unidad Popular’, es un tema que está consagrado en la Constitución de Chile, en el Código de Aguas del ’81, en la Ley Eléctrica del ’82, en el Código Minero del ’83, que tienen toda una tendencia corporativa muy fuerte.
Con esto es imposible no concluir que se levantaron las condiciones para la captura corporativa del nexo agua – energía. Es que no se puede llegar a otra conclusión.
Llevando la respuesta específicamente a la reforma al Código de Aguas, es importante recordar que la modificación no es retroactiva y que se refiere al 10% del derecho de agua que queda. Esta modificación se va a referir de ahora en adelante, pero, ¿qué pasa con los derechos de agua consuntivos de mano de los agroindustriales, y los derechos de agua no consuntivos de empresas como Enel, Colbún y AES Gener?
Chile necesita una gran reforma hídrica. Nadie tiene la receta, pero debemos construirla juntos, desde todos los sectores. Es hora de que nos demos cuenta que estamos en un problema que nos está llevando al abismo. No siendo ingenuo, con esta modificación al código, que se refiere al 10%, no se está haciendo nada. Es un saludo a la bandera, mientras el problema hídrico en Chile está llegando a niveles de gravedad extrema.
A propósito de recursos hídricos, ¿qué opinión tiene sobre el proyecto Alto Maipo?
¡Cómo puede ser posible que se esté construyendo un proyecto como Alto Maipo! O sea, la Presidenta Bachelet está hablando de procesos de desertificación que está afectando a la zona norte, centro e incluso sur del país. En Santiago, todos los caudales de todos los esteros están desapareciendo. Y en medio de este proceso de desertificación, en una zona que además alberga al cerca del 60% de la población del país, se permite que una empresa norteamericana aliada con el señor Luksic intervenga la cuenca que abastece de agua de riego y potable de toda la Región Metropolitana. ¿Cómo es eso posible?
El fallo de Castilla, que liquidó el proyecto, se basó en el principio preventivo, no así curiosamente ha podido ser posible con Alto Maipo. Por eso el sistema ambiental no funciona, porque es un sistema político, no es un sistema técnico.
¿Cómo evaluaría la gestión ambiental que realizan las grandes compañías mineras y energéticas?
Por todos los hechos empíricos que he descrito, me parece que las empresas en Chile están mal acostumbradas. Se acostumbraron a ese laissez faire insólito. Laissez faire en términos ambientales y sociales, de sacrificar todo. Chile tiene una geografía muy peculiar y eso debe considerarse. Pero ni los españoles respetaron nada antiguamente. No tenían un dedo de sabiduría ecológica, ni un respeto por lo originario.
Entonces, las mineras y energética se acostumbraron a esta ignorancia respecto a las características muy peculiares de nuestro territorio. Nuestra predica es salir y transitar conscientemente de la fase destructiva primaria, que la llaman ‘productiva primaria’, en la que estamos anclados desde que llegaron los españoles. Luego, saltarnos la fase secundaria y pasar a la fase terciaria en donde podamos producir inteligencia, cultura, software, en vez de hardware, teniendo como base la educación.
La sustentabilidad no va a existir nunca hasta que no hagamos eso. Pero seguimos vendiendo nuestros recursos naturales de manera desmedida. El modelo chileno es extremadamente conservador. Me siento frustrado como activista y educador, porque el sistema no quiere cambiar.
Este sistema se está viniendo abajo. Mientras más contaminado y más degradado está el sistema, más degradado se pone el ser humano. Es cosa de ver la delincuencia, los crímenes, los suicidios, etc. El ser humano puede ser un ser maravilloso, pero todo pasa por el modelo, la cultura, las autoridades. Qué mundo les estamos entregando a nuestros hijos, es lo que yo siempre me pregunto.
Fuente: Revista Nueva Mineria y Energia