Harto intensos y llenos de lecciones estuvieron estos últimos días. Desde la re-aprobación del funesto proyecto de represas en el Río Cuervo por el Comité de Ministros, hasta el incendio en el Cerro Divisadero, pasando por aquellos otros de los rellenos sanitarios Santa Marta y de Coyhaique.
Tras la colusión de los ministros con la controladora de Energía Austral, lo que vino a demostrar una vez mas la crisis de la institucionalidad ambiental, hecha para aprobar proyectos inclusive riesgosos y de dudosa calidad, nos enteramos en la prensa nacional de que la minera transnacional Glencore dueña del proyecto lo único que quiere es deshacerse de el, con lo que los ministros le vinieron a ayudar a “hacer caja”. Además leemos que siguen sin resolver la línea de transmisión hacia el Sistema Interconectado Central. Esa, con la que durante dos años estuvieron alardeando, al punto que en los escenarios de la política energética regional que nos impuso el ministerio de energía aparece ese “hub submarino” como “la” solución para exportar energía. ¡Y ahora resulta que hay nada! Es mas, el mismo ministerio esta impulsando una nueva ley de líneas de transmisión, algo así como la famosa “carretera eléctrica” y que serviría para sacar energía de “polos de desarrollo energético”. No nos extrañaría encontrarnos de repente con que la Patagonia Chilena ha sido destinada como uno de esos “polos”, nueva denominación para “zona de sacrificio”. Aparte ¡que harto mejor es obtener energía en el lugar de su demanda sin necesidad de mega-líneas, ni sacrificar territorios! De pasada vinimos además a conocer un nuevo documento en el cual geólogos de renombre alertan sobre el peligro de poner represas en los ríos Cuervo y Cóndor. ¿No será mucha la soberbia de pretender algo tan descabellado, cuando no somos ni capaces de evitar incendios en basurales y ya van dos puentes en la zona valdiviana sembrando desconfianza en la ingeniería y construcción en nuestro país? Las marchas de protesta de ese mismo lunes 18 y días siguientes demostraron a su vez la indignación ciudadana y que los patagones y chilenos seguimos estando contra el represamiento de nuestros ríos. Y seguiremos haciendo lo posible por parar ese proyecto absurdo.
El incendio del relleno sanitario Santa Marta en Santiago y sus humos tóxicos o al menos no muy saludables, y luego aquel de Coyhaique, muestran la profunda crisis del tratamiento de los desechos sólidos y desconocimiento sobre la toxicidad del humo de su quema en nuestro país. La cuestión es que alrededor del 90% de esos desechos se podrían reciclar o al menos sacarle energía, o sea, son un recurso valioso. Al mezclarlos y tratar de esconderlos, se convierten en problema, con malos olores, líquidos percolados, incendios…entre otros. Y el humo de neumáticos, plástico y otros sintéticos, es tóxico y cancerígeno (dioxinas y otros gases venenosos). De ahí la advertencia de no quemar basuras de ese tipo en las estufas en la región “enriqueciendo” el smog. ¿Se ha dado cuenta la cantidad de canceres que hay últimamente? Pues, así como va la cosa, habrán hartos más en los próximos años. En cuanto al relleno sanitario de Coyhaique, hasta hace un tiempo atrás seguía funcionando con decreto de emergencia, ya que seguía sin contar con aprobación ambiental. Así las cosas con la institucionalidad que se las arregla para hacer trampa con estos decretos de Salud que terminan siendo de “emergencia” eterna. Y eso no solo en Coyhaique; “basurales” en regla deben haber solo dos o tres como mucho en la región. ¿Porque en Aisén Reserva de Vida no hacemos el esfuerzo en dar el ejemplo en este tema?
El incendio del Cerro Divisadero se robo la película del verano coyhaiquino. La verdad es que fue harto espectacular, pasamos susto y días de tensión y suspenso y hasta con algún teatro por ahí, dejando opacada la amplia gama de actividades culturales que se ofrecía esa semana. Francamente, esperamos que al publicarse estas líneas al fin se hayan apagado todos esos focos que aun se resistían hasta al bombardeo de miles de litros de agua de las aeronaves que ya nos hacían sentirnos como en película de guerra. Sin duda Coyhaique agradece el intenso trabajo realizado para parar ese incendio, cuya negra cicatriz nos llamará la atención por algunos años. Y lo ocurrido también llama a reflexionar sobre el que no podemos seguir dándole la espalda a ese cordón montañoso y mas vale lo integremos, al igual que los ríos y arroyos que cruzan la ciudad; y no solo para convertirlos en lucro pavimentándolos. Este es un desafío, además de urbanístico y ambiental, primordialmente cultural. No podemos seguir haciéndonos los desentendidos de los riesgos, de la necesidad de espacios de recreación, de la necesidad de contar con pulmones verdes en la ciudad y sus cercanías. Desde hace algunos años en el Divisadero y algunos arroyos que cruzan la ciudad se han invertido miles de millones de pesos en diques y canales, a veces de cuestionable utilidad y diseño antinatural, y que si no se hace un trabajo planificado e integral que contemple también el manejo de la foresta, prevención de incendios, integrar sectores como parque, y principalmente un trabajo educacional preventivo, servirán de poco. Así como en su tiempo se reforestó ese cerro con gran esfuerzo y con los pinos que había a mano, parando la erosión, los aluviones y avalanchas y dando empleo a muchos coyhaiquinos, esperamos ahora sea la ocasión de sacar enseñanzas y planificar la recuperación de lo quemado y el manejo preventivo de las demás laderas enriqueciendo nuestra ciudad. Por lo demás, el tema de los incendios forestales en la región, con el cambio climático se ha vuelto en algo trascendental y mas vale se le de la importancia que amerita.
Fuente: El Divisadero