El Cajón del Maipo es un verdadero paraíso terrenal, ubicado a pocos kilómetros de Santiago. Cada uno de sus pueblos y villorrios condensa la chilenidad: lo mejor de la gastronomía del valle central, los rodeos y cría de caballos y, en un ascenso hacia las alturas, uno va pasando por La Obra, Las Vertientes, el Manzano, San José, San Alfonso, hasta llegar a Baños Morales y Colina – estos dos últimos lugares, concentran los baños termales más populares de Chile -. En lo personal, aún recuerdo el ferrocarril militar, que subía hasta el pueblo El Volcán. Cuando era niño, mi padre estaba como subsecretario de Hacienda, durante el gobierno de González Videla, y solíamos veranear en la casa de la aduana, que dependía de esa cartera, y gozábamos mirando los arrieros trashumantes, que subían y bajaban de las montañas.
El Cajón del Maipo, en la actualidad, asegura el agua que consumimos en la Región Metropolitana, incluido Santiago, además del regadío necesario para las comunas aledañas a Santiago. Este bello lugar es, tal vez, el lugar más visitado por familias pobres y de clase media y de los turistas, sobre todo en el Alto Maipo; cuenta, además, con numerosos vestigios de la época prehistórica, que constituye el placer de los paleontólogos. En la parte más elevada aún se mantienen glaciares que, lentamente, se están reduciendo a causa de la insensatez humana; estas montañas, tan cercana a Santiago, constituye el deleite de los montañistas, no sólo de Chile, sino de muchos países del mundo.
Toda esta maravilla va a ser desertificada por la acción de los “dueños de Chile” – grandes empresas transnacionales como AES Gener, Aguas Andinas y, últimamente, la incursión de la familia Luksic, que pretende usar la electricidad generada por el proyecto Alto Maipo a favor de la mina de cobre Los Pelambres, de su propiedad, ubicada en la IV Región.
En el proyecto Alto Maipo se da la perfecta confluencia entre lobistas – Enrique Correa y Eugenio Tironi – y los gobiernos de la Concertación, incluido este último de Bachelet, además de una empresa privada, como Aguas Andinas, regalada en bandeja por el ex Presidente Frei Ruiz-Tagle, el más holgazán de los monarcas concertacionistas.
El proyecto Alto Maipo, que pretende construir un descomunal túnel de 70 kilómetros de longitud, desviando las aguas de tres afluentes del río Maipo, que acarrearía su conversión en un verdadero hilo de agua, a lo cual habría que agregar el daño a los glaciares, a la agricultura del lugar, a destrucción de las riqueza forestal, que cuenta con árboles milenarios.
Grafico tomado del trabajo “Centrales en el Maipo” del Prof. Roberto Román L. de la Universidad de Chile
De llevarse a cabo dicho proyecto, es muy posible que la ciudad de Santiago se quede sin agua, pues el 90% de su capacidad proviene del embalse El Yeso, ubicado en esa zona.
Con el chileno plutocrático-oligárquico, donde la política está mezclada con los negocios a favor de las castas adineradas, hablar de transparencia es un verdadero mal chiste: mientras más turbias sean las políticas públicas, más ganancia para las pocas familias dueñas de este país – ni siquiera tenemos derecho a decir, como con el poeta, “mi país no es un país, es un paisaje”; Luksic, Correa, Gener, Aguas Andinas y el gobierno que “les pertenece”, tratarán de borrar del mapa este bello paisaje al convertirlo en un túnel. Resulta tragicómico, pero existe un pacto entre Gener y Aguas Andinas, que nadie puede conocer, ni siquiera Dios. Los habitantes del sector han recurrido, incluso a la Comisión de Transparencia, pero la respuesta ha sido siempre que los acuerdos entre empresas son secretos. ¡Todavía hay palurdos que creen que en Chile existe democracia y que el pueblo soberano, dueño de estas riquezas naturales, es el que decide!
Todas estas barbaridades, incluida la del Alto Maipo, se hacen en nombre del “progreso”: hay que sacrificar los paseos poéticos de los pobres en aras del bien de la familia Luksic. ¡Señor, dame tu fortaleza!
Rafael Gumucio Rivas