Por: Unesco.org
La creciente demanda energética en el mundo podría tener como consecuencia un aumento de la escasez de agua. Este es uno de los mensajes del Informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo presentado hoy en Tokyo (Japón), con motivo del Día Mundial del Agua. Titulada “Agua y energía”, esta nueva edición del Informe subraya también la ausencia de cooperación y planificación entre ambos sectores y aboga por una mejor gestión para evitar futuras carencias de agua y energía.
“Este informe mundial presenta un punto de vista novedoso de la interdependencia entre la gestión de los recursos hídricos y la energía. Una interdependencia que exige una cooperación mayor de todos los actores, pues no habrá desarrollo sostenible mientras no haya un mejor acceso al agua y la energía para todos”, declaró la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova.
“El agua y la energía son dos desafíos mayores y deben figurar de manera prominente en el programa de desarrollo para después de 2015”, afirmó por su parte Michel Jarraud, presidente de ONU-Agua. “Este quinto Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo marca una etapa importante, pues se trata de su primera edición anual. Quiero expresar mi más profunda gratitud a la UNESCO, que alberga y dirige el Programa Mundial de Evaluación de Recursos Hídricos y ha coordinado la producción y publicación del Informe. Me complace que, a través de ONU-Agua, las Naciones Unidas puedan presentar cada año la información más actualizada sobre una cuestión cuya importancia es crucial para crear un futuro viable”.
Agua y energía: dos sectores interdependientes
Hoy en el mundo, 768 millones de personas no tienen acceso a sistemas mejorados de abastecimiento de agua. Paralelamente, 1.300 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y casi 2.600 millones utilizan combustibles sólidos –biomasa en particular– para cocinar. El Informe muestra que el mapa de personas privadas de un acceso satisfactorio al agua es muy similar al de los que carecen de electricidad, subrayando hasta qué punto se trata de sectores interdependientes.
En la práctica, las decisiones que se toman en uno de los dos sectores repercuten en el otro: las sequías exacerban las crisis energéticas, en tanto que la imposibilidad de acceder a la red eléctrica limita las posibilidades de riego. En general, como ilustran las políticas tarifarias, se toman decisiones que perjudican a los recursos hídricos. El agua, considerada un “regalo de la naturaleza”, suele venderse a un precio que no refleja su costo real, lo que no incita a ahorrar agua a quienes producen y utilizan energía.
Así, en la cuenca occidental del río Indo, en India, decenios de energía barata unidos a la construcción de millones de pozos privados y a técnicas de regadío poco eficaces han tenido como consecuencia una sobreexplotación de las aguas subterráneas. En América Latina y algunos Estados Árabes como Omán y Yemen se han observado situaciones comparables.
Alza en la demanda de agua
En total, la producción energética representa casi 15% de las extracciones de agua, y la tendencia es al alza. Se prevé que de aquí a 2035 las extracciones de agua relacionadas con la producción energética aumentarán en 20%, debido al crecimiento demográfico, a la urbanización y a la evolución de las formas de consumo. La demanda de electricidad, por su parte, aumentará en 70% de aquí a 2035 y más de la mitad de ese crecimiento se producirá en China e India, según las previsiones.
Numerosas regiones del mundo están ya confrontadas a un enrarecimiento de los recursos hídricos. Se estima que 20% de los acuíferos del mundo están sobreexplotados. En 2050, 2.300 millones de personas vivirán en zonas sometidas a un estrés hídrico severo, en particular en el Norte de África y en Asia Central y del sur.
Sin embargo, es de temer que la respuesta a los desafíos energéticos se haga en detrimento de los recursos hídricos. En momentos en que el impacto medioambiental y social de las centrales térmicas y nucleares es fuente de creciente preocupación, los países tratan de diversificar sus fuentes de producción de energía y protegerse así de la fluctuación de los precios del mercado. Pero todas las opciones presentan ciertos límites.
Desde principios de los años 2000 se han desarrollado a gran escala los cultivos agrícolas para producir biocarburantes, que consumen cantidades ingentes de agua. La explotación del gas de esquisto también ha conocido una gran expansión en los últimos años, en particular en Estados Unidos. Pero esta energía fósil sólo puede extraerse mediante la fracturación hidráulica, un método que requiere grandes cantidades de agua y comporta riesgos importantes de contaminación de las napas freáticas.
Las energías renovables son, pues, las soluciones que menos agua precisan. Así, la energía hidroeléctrica cubre hoy 16% de las necesidades energéticas del mundo, pero su potencial está todavía demasiado poco explotado. Sin embargo, la construcción de las represas necesarias para producir hidroelectricidad tiene también un coste social y ambiental considerable, sobre todo porque disminuye la biodiversidad.
Existen otras energías alternativas que están ganando terreno. Entre 2000 y 2010, la electricidad eólica aumentó en 27% y la solar un promedio de 42%. Pero ambos modos de producción, que consumen muy poca agua, proporcionan un servicio intermitente que debe compensarse mediante otras fuentes de energías. Por último, a pesar del avance de las renovables, las energías fósiles continuarán dominando el panorama en los próximos años. La Agencia Internacional de la Energía prevé que en 2035 los carburantes fósiles continuarán encabezando el consumo mundial, y las energías renovables ocuparán el segundo puesto.
Respuestas a los desafíos energéticos
Para hacer frente a los desafíos que se avecinan, el Informe insiste en la necesidad de coordinar las políticas de gestión del agua y de la energía. Ello pasa en particular por una revisión de las políticas tarifarias para que los precios del agua y de la energía reflejen mejor su coste real y el impacto medioambiental que causa su extracción y producción.
Además, dada la cuantía de las inversiones necesarias para desarrollar infraestructuras alternativas y duraderas, el sector privado está llamado a desempeñar un papel importante para complementar los esfuerzos del sector público. En 2008, se estimaba que eran necesarios 103.000 millones de dólares por año para alcanzar el Objetivo de Desarrollo del Milenio relacionado con el abastecimiento, el saneamiento y el tratamiento de las aguas servidas en 2015. Se calcula además que harían falta 49.000 millones de dólares por año para conseguir un acceso universal a la energía de aquí a 2030.
Sin duda, el futuro pasa también por el desarrollo de sistemas de producción mixtos, que permitan producir a la vez agua y electricidad. Esta solución es particularmente atractiva para las regiones áridas. Así, lugares como Fujairah, en Emiratos Árabes Unidos, o Shoaiba, en Arabia Saudita, son a la vez centrales de desalinización de agua marina y de producción de energía.
Asimismo, las aguas servidas se transforman cada vez más en energía: la materia orgánica que contienen puede usarse para producir biogases, ricos en metano. El centro de tratamiento de aguas servidas de La Farfana, en Santiago de Chile, trata 50% de las aguas servidas de la capital chilena y produce casi 24 millones de metros cúbicos de biogás. Esta energía, que sustituye al gas natural, beneficia a 100.000 personas de la aglomeración. En Estocolmo (Suecia), los buses y los taxis consumen biogás procedente de aguas tratadas, una opción que interesa cada vez más a los países en desarrollo: en Maresu (Lesotho), 300 familias utilizan el biogás como combustible para la cocina.
El Informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo es fruto de la colaboración de 31 las entidades de Naciones Unidas y los 36 socios internacionales que forman ONU-Agua. Lo produce el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP), que alberga la UNESCO. Hasta 2012 este informe, que presenta un panorama exhaustivo del estado de los recursos hídricos en el mundo, se publicaba cada tres años. A partir de 2014 será anual y temático y se presentará coincidiendo con el Día Mundial del Agua. Este año, el Día Mundial del Agua estará coordinado por la Universidad de Naciones Unidas (UNU) y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), en nombre de ONU-Agua.