Por Patricio Segura, periodista. Presidente de la Corporación para el Desarrollo de Aysén.
Aunque es una opción que para la empresa el término “transmisión” sea distinto que el de “interconexión”, para la región de Aysén, para nuestra Patagonia, para nosotros, tal posible diferencia técnica es un detalle.
HidroAysén ha informado su disposición a evaluar la posibilidad de unirse con Energía Austral en un tendido submarino desde Puerto Aysén hasta Puerto Montt. Se trataría de unos 500 kilómetros que, según han dado a entender desde la compañía, encarecerían el proyecto pero que podría ser una alternativa producto de las complicaciones que ha generado la oposición de diversas comunidades, además de los embalses, al tendido aéreo. Incluso esta semana el Presidente Sebastián Piñera señaló que “puede ser tremenda solución”, alegría repetida a coro por sus autoridades del área de la energía.
Se espera de esta forma revertir la oposición a un proyecto que presenta serios déficit de legitimidad en el ámbito ciudadano, en alguna medida político e incluso corporativo, si uno escucha bien lo que ha dicho uno de sus principales socios, el grupo Matte. Y qué decir de la legalidad, dado que al contrario de lo que señalan en la compañía existen varios recursos de inadmisibilidad que la autoridad no ha resuelto aún y que podrían derivar en presentaciones ante los tribunales ambientales, permaneciendo aún abierta la vía de recurrir de protección ante toda nueva decisión que se adopte, por ejemplo el Comité de Ministros.
Pero más allá de considerar que aunque para muchos chilenos y ayseninos el impacto de las torres de alta tensión es sólo una parte de los graves problemas que generan las grandes represas, en términos ecosistémicos, culturales, sociales y económicos, es otro el aspecto que llama la atención sobre la forma en que se ha difundido esta alternativa. Se habla de construir la “totalidad de la línea de transmisión de forma submarina”. Y eso, a la luz del proyecto de represas ya aprobado a nivel regional, ya no es posible.
Aunque es una opción que para la empresa el término “transmisión” sea distinto que el de “interconexión”, para la región de Aysén, para nuestra Patagonia, para nosotros, tal posible diferencia técnica es un detalle. Porque en la resolución de calificación ambiental favorable de mayo de 2011 ya se contemplan casi 180 kilómetros de torres de alta tensión de 70 metros de altura, para la interconexión de los cinco embalses en los ríos Pascua y Baker, cruzando de punta a cabo la provincia Capitán Prat y en varios tramos el Camino Longitudinal Austral e incluso flanqueándolo durante 30 kilómetros. Una ruta que fuera calificada por The Guardian como una de las cinco más impactantes de América, el inicio para “explorar la tierra que el tiempo olvidó” según señalara el prestigioso medio por la pristinidad de los parajes en que ésta se adentra. Particularidad que amenaza precisamente HidroAysén con sus embalses y sus torres.
Ese tendido de interconexión está proyectado hasta la confluencia de los ríos Baker y Chacabuco, para seguir con la transmisión aérea hasta Puerto Aysén donde bajo el hipotético nuevo trazado se hundiría en el mar, para emerger en Puerto Montt.
Comprendemos el interés comunicacional de HidroAysén de mostrarse esforzados en mejorar ante los ojos de Chile. El problema es que en tal intento se pretenda desconocer que por lo pronto la región de Aysén, más allá de estas posibles modificaciones, está pensada desde ya como zona de sacrificio energético. Con grandes represas y torres de alta tensión no sólo de la sociedad de Endesa y Colbún, sino con las mega infraestructura que también proyectan Energía Austral y muchas otras corporaciones que hacen fila para convertir la Patagonia en la gran pila de Chile.