El gas atrapado a kilómetros de profundidad en suelo antártico -recuerdo químico de los días más cálidos del continente- podría escapar algún día y volver a calentar el planeta, informó esta semana un equipo internacional de investigadores en la publicación Nature.
Los científicos sugieren que los microbios aislados del resto del mundo desde que el hielo los cubrió, hace aproximadamente 35 millones de años, se han mantenido ocupados digiriendo materia orgánica y produciendo metano- un gas invernadoro mucho más efectivo que el dióxido de carbono.
Los investigadores advierten que si el calentamiento global provoca el retroceso de la capa de hielo en las próximas décadas o en los próximos siglos, parte del metano podría ser liberado a la atmósfera, agudizando el calentamiento del planeta.
Jemma Wadham, de la Universidad de Bristol, Inglaterra, y sus colegas no detectaron microbios productores de metano bajo la capa de hielo antártico. Tampoco detectaron metano, aunque participan de proyectos de perforación que podrían arrojar resultados positivos hacia fines de este año. Se da por sentado que los microbios están por todas partes. ¿En el agua hirviente de un volcán submarino? Obviamente. ¿Bajo una presión aplastante a un kilómetro de profundidad en el oscuro lecho marino? Puede demostrarse. ¿A dos o tres kilómetros de profundidad bajo el hielo de la Antártida? ¿Por qué no? Ya ha habido algunos informes aún no confirmados. ¿Y por qué algunos de esos organismos no habrían de producir metano?
“Están los bichos, hay carbono orgánico en los sedimentos y no hay oxígeno porque está lejos de la atmósfera”, sugirió Wadham. “La combinación perfecta para la producción de metano. Es como un enorme humedal”.
Durante años, Wadham tomó muestras de glaciares en la Antártida, Groenlandia y Canadá, bloques que incluían sedimentos levantados por los glaciares al avanzar. En el laboratorio, incuba el hielo derretido y los sedimentos hasta dos años. El resultado: “Cada glaciar estudiado tiene microbios en los sedimentos que hay bajo el hielo”, incluso microbios que producen metano, aunque a un ritmo lento.
Esas mediciones sirven para calcular cuánto metano pudo haberse producido en el continente Antártico.
La Antártida ha estado en o cerca del polo sur durante más de 100 millones de años, pero la mayor parte de ese tiempo el planeta fue mucho más cálido que hoy, porque la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera era mucho más elevada. Hay fósiles de plantas y polen que confirman que el continente estaba cubierto por bosques y tundra más que por hielo, y que aproximadamente 52 millones de años atrás había incluso palmeras. Había fiordos y bahías que se avanzaban hacia el interior.
En esas cuencas marinas pudieron haberse acumulado grandes capas de sedimentos, como sucede hoy en las aguas costeras. Inevitablemente los microbios productores de metano tienen que haber estado muy ocupados en ese barro, digiriendo materia orgánica, aproximadamente 21 billones de toneladas, según los cálculos.
“Imaginemos la vida de un microbio en esos sedimentos hace 35 millones de años”, dice Slawe Tulaczyk, un especialista en glaciares de la Universidad de California que trabajó con Wadham. “¿Qué importancia tiene estar cubierto de un kilómetro de hielo? Nada cambia”.
Salvo que el metano que se produce no puede escapar. Miles de metros debajo del sedimento, el calor geotermal mantiene todo lo suficientemente caliente como para que los microbios sigan produciendo metano. A medida que el gas se difunde hacia arriba, entra en una zona que siente no sólo la presión sino también el frío de la capa de hielo que hay arriba. La combinación lo transforma en hidrato de metano: una sustancia sólida semejante al hielo en la que cada molécula de metano está atrapada en una jaula de agua.
El hidrato es una sustancia frágil y extraña. Si la presión cae o la temperatura sube- por ejemplo porque el hielo que hay arriba se derrite- el hidrato se deshace. El metano escapa a la atmósfera.
Esa es la preocupación para el futuro. Los especialistas en clima piensan en lo que sucederá si el calentamiento global desestabilizara los enormes reservorios de hidrato de metano que existen en el Artico.