Por Juan Pablo Orrego, publicado en el Blog de Cooperativa el 4 de abril de 2012.
Hace unos días la Corte Suprema designó a un juez redactar el fallo respecto del proyecto HidroAysén, el que ha sido severamente cuestionado por la sociedad civil de nuestro país.
De partida cabe comentar lo asombroso del hecho que la sociedad en su conjunto tenga que gastar tanto tiempo, horas hombre/mujer, y cuantiosos recursos para dirimir respecto de un proyecto que la mayor parte de la población en forma transversal considera descabellado, destructivo e innecesario. Ya sabemos que nuestra democracia no es plena, por decir lo menos.
El poder ciudadano ha sido usurpado desde la base hacia la cúspide de la pirámide socioeconómica chilena, y los gobiernos hacen y deshacen, cooptados por clanes, grupos económicos, corporaciones… como quieran llamarlo. Es así cómo hemos sido testigos de uno de los procesos de evaluación ambiental más truchos de nuestra historia, lo que es mucho decir.
En esto la Concertación tiene igual responsabilidad que el actual gobierno. En efecto, este procedimiento adolece de un pecado original, cuando el 7 de noviembre 2008, el Intendente de turno de Aysén, por órdenes del gobierno de Bachelet, impone el envío de un informe a HidroAysén, a través del cual se exige información adicional para poder evaluar el proyecto, esto a pesar que de los 33 servicios públicos evaluadores, 11 manifestaron que el estudio debía ser rechazado por ser evidentemente deficiente, y que no se debía seguir tramitando el proyecto en esas condiciones. De ahí en adelante todo es cuesta abajo.
Otra triquiñuela administrativa permitió que el 99% de las observaciones ciudadanas no fueran consideradas. Luego, el diseño legal heredado de la dictadura permite que se evalúe el proyecto por componentes, por pedazos.
Así, sólo se ha hecho la farsa de evaluar las cinco represas de HidroAysén, sin que nadie presente hasta hoy el proyecto de su línea de trasmisión, que cruzaría el 51% de nuestro territorio, causando estragos sociales, económicos y ecológicos a diestra y siniestra.
Obviamente, el impacto de HidroAysén es el que causaría todo el proyecto completo, cuya descripción no cabe en esta columna… Artilugios legales reduccionistas hechos a la medida de las grandes empresas para que no se vea la realidad.
Escuché a un académico decir que HidroAysén, considerado en su conjunto, es ‘in-evaluable’, no hay ciencia que se la pueda.
La cantidad prácticamente infinita de impactos de innumerables tipos, el conjunto de elementos y sectores afectados, más las sinergias, los efectos acumulativos en el espacio y en el tiempo, hacen imposible prever demasiados aspectos, y por lo tanto, es imposible pretender diseñar medidas de mitigación para un enjambre de imponderables.
Las falencias e irregularidades en torno a la evaluación de HidroAysén no son finas, son groseras, son insólitas, la mayoría duramente corroboradas por una Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados.
A lo largo del proceso numerosos servicios públicos y municipios siguieron alegando su inconformidad, al punto que el ejecutivo, en consulta con operadores de las eléctricas, intervinieron sus informes.
Casos flagrantes son la alteración de los informes de la DGA, CONAF y MINVU. En medio de la turbiedad renuncia el Director del Servicio de Evaluación Ambiental, se inhabilitan Seremis, se realizan obscuras reuniones nocturnas.
La Comisión Ambiental de Aysén autoriza las represas en Mayo 2011, con lo cual brota como un géiser la efervescencia social, las marchas multitudinarias, que como un río vivo confluyen después con el movimiento estudiantil y el de Aysén.
Todas las irregularidades y falencias de la evaluación de HidroAysén y más, fueron alegadas ante la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, exigiéndose la nulidad de la autorización. Giran los engranajes. Apelaciones rechaza nuestros recursos.
Así, llegamos a la Corte Suprema con 7 recursos de protección, y la razón y la verdad, por lo menos para muchos, adelante. Esperamos una vez más que se haga justicia y prime el estado de derecho. ¿Será mucho pedir? Como pocas veces nuestro país lo necesita y se lo merece.